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Beltran, Vicenç. Tipos y temas trovadorescos. XIV. Alfonso X, Raimon de Castelnou y la corte poética de Rodez. "Le rayonnament des troubadours. Actes du colloque de l'AIEO. Amsterdam, 16-18 Octobre 1995", ed. d'A. Touber. Amsterdam: Rodopi, 1998, pp. 19-40.

396,006- Raimon de Castelnou

 

Tipos y temas trovadorescos.  XIV.

Alfonso X, Raimon de Castelnou y la corte literaria de Rodez. (1)

Karl  Bartsch, ya en fecha tan temprana como la de publicación del Grundriss zur Geschichte der provenzalischen Literatur (2), estructuró el campo de la lírica provenzal de modo que, desde entonces, las investigaciones han podido organizarse a partir de la individualidad de cada trovador; sin embargo, los complejos problemas derivados de la multiplicidad de cancioneros y las divergencias de sus rúbricas crean no pocas dificultades que no siempre estamos en condiciones de resolver unívocamente. La composición que hoy nos ocupa, Mon sirventes (o Mon chantar) tramet al cominal, fue atribuida a Raimon de Castelnou ya por M. Raynouard en su Choix des poésies originales des troubadours (3), el estudio de É. M. David (1859) (4), la edición paleográfica de C. A. F. Mahn (5) y en su Die Werke der Trobadours in provenzalischer Sprache (6).  Una opción conservada, por fin, en la Bibliographieder Troubadours de A. Pillet y H. Carstens (7) y en el Répertoire métrique de la poésie des troubadours de I. Frank (8).

Por otra parte, ya Karl Bartsch, en su catalogación alfabética de la obra de los trovadores, atribuyó esta composición a Peire Cardenal (9), pero fue  F. W. Maus quien abrió una nueva perspectiva a partir de un análisis formal, temático y estilístico que subrayó la estrecha dependencia de nuestro texto respecto a este trovador al señalar tanto los préstamos formales de conjunto como cinco expresiones concretas; se trata de "cobla 7,8: 'ayssel senhor quens formet de nien' (ähnlich P. Card. 27, cobla 69.- P. Card. 67,3.- Peire Card. 55,4) Cobla 2 (vgl. Cobla 2 v. P. Card. 31) cobla 4 'monge nier' (vgl. P. Card. 64, letzte Cobla), cobla 5,2 'ni legistas per tort a mantenir' (vgl. P. Card. 60,3)" (10). Esta vía sería luego profundizada por K. Vossler (11);  observaba éste que la forma estrófica y las rimas son idénticas a De selhs qu'avets el sirventes dich mal de Cardenal (nº XLIX de la edición de Lavaud (12), con el texto en muy mal estado y conservado exclusivamente en C), que la opinión irónica sobre la necedad del martirio, el ascetismo y la honestidad se encuentra en Lo monz es aitals tornatz (LVIII de la edición de Lavaud), y en Bona genz, veias cal via (nº XLI de la citada edición), que el hecho de que el consejero no sepa seguir sus propios consejos se encuentra también en Predicator (Ibídem, nº LXV), que en De selhs qu'avetz el sirventes dich mal, (ibídem, nº XLIX) Peire Cardenal parece entonar la palinodia de la composición que hoy nos ocupa y que en ella aparecen expresiones características que Peire Cardenal había usado en otros de sus sirventeses. Lavaud, que la incluye en su edición con el número LX, resume estos argumentos  y, si bien apostilla que no cree en el penúltimo, acepta, por supuesto, su adscripción a este trovador (13); éstos pueden ser en suma los ilustres precedentes que han inducido a Andrea Giannetti, reciente editor de Raimon de Castelnou, a aceptar sin mayor examen la atribución a Peire Cardenal y el texto de la edición de Lavaud (14).

Sin embargo, la imitación y el contrafactum resultan inseparables de la actividad trovadoresca, y los datos de la transmisión manuscrita y lo que sabemos del modus operandi de los copistas actúa claramente en contra de esta hipótesis. Todo ello por no hablar de las dificultades que el texto de C, tenido habitualmente como referencia en las ediciones trovadorescas (15), introduce con su última estrofa, un tema que abordaremos más adelante.

A fin de replantear estos problemas, hemos procedido a esta nueva edición crítica que pasamos a comentar. Como indicábamos más arriba, fue Maus quien señaló la amplia nómina de préstamos cardenalianos, y Vosler quien decidió al futuro editor de Peire Cardenal a favor de esta atribución; todo este material  fue recogido, como el conjunto de la información previa sobre los textos del trovador, en la edición de Lavaud (16). No cabe la menor duda de que nos hallamos ante un texto profundamente impregnado de ideas, planteamientos, procedimientos compositivos y préstamos concretos de Peire Cardenal, desde el esquema estrófico hasta expresiones muy precisas; pero ello no indica forzosamente que la composición sea de Peire Cardenal, más bien nos induce a creer que estamos ante un caso extremo de contrafactum, un procedimiento cuyos mecanismos y cuyo extraordinario alcance en la época trovadoresca estamos hoy en condiciones de calibrar en su justa medida (17). La autoría deberá ser fijada a base de otros criterios: el testimonio de la transmisión textual, el "usus scribendi" de los copistas en los procedimientos de atribución y la coherencia de los datos históricos.

Como puede observarse en la edición crítica, los manuscritos vacilan constantemente en el problema de la autoría. Para f sería un texto de 'Daipol' (Guilhem d'Autpol?), pero los problemas de atribución de la primera sección de este cancionero son tantos que no merece apenas nuestra atención (18); en Y, una selección de versos de nuestra composición (una esparsa) aparece en un contexto equívoco: sin atribución, en el seno de un florilegio, donde la autoría del texto original pierde su interés, y donde cuatro de las esparsas parecen anónimas (19), si bien todas ellas siguen a dos textos de Cardenal. 

El problema debe abordarse por tanto a través del juego de atribuciones entre Raimon de Castelnou (aRC) y Peire Cardenal (TDM): el análisis de las faltas en la transmisión manuscrita sugiere un antecedente común a afT, aunque se trata exclusivamente de monosílabos y esta relación ofrece, por tanto, una fiabilidad más bien escasa (20); por otra parte, la tradición manuscrita de Peire Cardenal tiende a asociar Db y Ta (21). En cualquier caso, el análisis sumario de estos datos nos devuelve a la convicción de que el error mecánico y los criterios estemáticos no resultan suficientes para resolver los problemas atributivos (22), por lo que deberemos orientar nuestra investigación en otro sentido.

"La strategia giusta per affrontare (...) il problema attributivo in ambito trobadorico non può che essere una strategia multiprospettica, che cerchi da un lato di sceverare, basandosi naturalmente su criteri di tipo stilistico, i reali paradigmi autoriale dalle approssimazioni emulative, dall'altro di analizzare la situazione codicologica non tanto di un singolo testo, quando piuttosto di tuto un canzoniere d'autore" (23); Lavaud intentó resolver con este criterio el problema al observar que "sa position dans C, à la fin des pièces de Raimon (...), immédiatement avant celles de P[eire] C[ardenal], n'est elle pas due à une inadvertance? ne devrait-elle pas être la première pièce de P[eire] C[ardenal]?" (24) pero no atendió a otro factor a mi parecer primordial: C es el único cancionero que nos transmite íntegro el legado poético de Raimon de Castelnou, con sus cinco canciones de amor, de las que es testimonio único; a su vez, es normal que los sirventeses aparezcan pospuestos a las canciones en la estimación de los compiladores, y ésta suele ser la colocación canónica de los cancioneros que se estructuran por géneros poéticos. Por tanto, no puede extrañar que Mon sirventes aparezca en último lugar entre las composiciones atribuidas a Raimon de Castelnou, sin que ello presuponga necesariamente una atracción de la rúbrica en perjuicio de Peire Cardenal.

Por otra parte, en la estrategia compilatoria de este cancionero es frecuente situar al fin de cada sección las piezas que pudieran servir de enlace con la siguiente: "la galerie de portraits que termine le corpus de Pierre d'Auvergne (BdT 323,11) appelle la satire littéraire du Moine de Montaudon (BdT 305,16), placée en tête des pièces de ce troubadour; et les compositions du Moine de Montaudon entraînent celles d'un autre moine: Gausbert de Puicibot.  De même, le sirventès de Peire Rogier (BdT 356,7) adressé à Raimbaut d'Orange et la réponse de ce dernier (BdT 389,34) servent de transition parfaite entre les corpus de ces deux troubadours" (25). El sirventés que nos ocupa era, pues, el nexo natural entre la sección de Castelnou y la de Cardenal, y esta pudo ser la razón de su emplazamiento en este lugar.

A su vez, tampoco hemos de olvidar que "a livello d'attribuzione, affidabilità significa soprattutto 'coerenza fra testo e rispettiva rubrica'; coerenza, naturalmente, al parere - del tutto soggettivo -  dell'estensore del manoscritto" (26); pues bien, los otros dos cancioneros que atribuyen nuestra composición a Castelnou (aR) no conocen  ninguna otra de este autor mientras, como es lógico, la atribución a Cardenal se produce en el seno de secciones amplias dedicadas a este trovador. En esta situación ¿qué podía motivar a los copistas de R, con una amplia sección de Peire Cardenal, o al de a, que había incluido una composición suya dos folios antes (335,57, f. 131 v.-132 r.), para que arrancaran un texto tan cardenaliano del corpus de este trovador a fin de atribuirlo a otro, Castelnou, de quien no conocían ninguna otra obra? En el caso contrario, era casi inevitable que un texto con tantos elementos característicos de la poesía de Cardenal pasara a engrosar su producción en cancioneros donde no constaba ninguna otra composición de Raimon de Castelnou, como es el caso de DMT. En tales circunstancias deberemos conceder el mayor crédito a la atribución de C, el único que podía verificar la existencia y consistencia de la producción poética de nuestro trovador.

Este planteamiento implica decantarse por la atribución de C, aceptar su texto y buscar una interpretación a las alusiones históricas que contiene, particularmente cuando la dificultad de encajarlas en la biografía y las relaciones de patronazgo de Peire Cardenal ha podido ser una de las razones de su postergación. Para ello deberemos partir de los datos biográficos contenidos en la obra de Raimon de Castelnou, tan escasos como genéricos.

J. Anglade pensaba que la alusión al "seynher de Belcaire" de "Aras, pus ai luec e sazo":

O ieu, qu'amors et astres vens
los pus fortz, et es me·n guirens
lo seynher de Belcaire (27)

debía situarse en una fecha anterior al año 1229, en que el conde de Tolosa cedió la ciudad al rey de Francia. Giannetti supone también que los versos

qu'ab sola lieys que·m aon,
on dupti neys l'aurion (28),
 
que relaciona con menciones semejantes de Sordel y Gaucelm Faidit, puede ser una alusión heráldica al rey de Francia (29). En ambas canciones se establece la comparación con un personaje caracterizado por su poder o su fuerza, sin matiz alguno de hostilidad; de ahí que no comparta necesariamente la idea de una datación anterior a 1229: si tras esta fecha el señor de Belcaire era el rey de Francia, es lícito pensar que ambas referencias son posteriores.

Es en este marco donde deberemos situar la dedicatoria de la estrofa VIII de nuestro texto, con su cuádruple mención de un rey Alfonso, un conde de Rodez, un prelado de Mende y su hermano.  Cuantos se han ocupado de este sirventés lo han hecho bajo el supuesto de una datación temprana, coetánea de la primera producción de Peire Cardenal.  Maus creía que el rey Alfonso podía ser Alfonso IX de León y el conde Rodez, Hugo IV, de ahí su propuesta de hacia 1227-1229 (30). Vossler apostillaba, creo que con razón, que Cardenal no podía conocer a Alfonso IX sino indirectamente, a través de los elogios de Peire Vidal, y proponía a Alfonso VIII, muerto en 1214, cuya fama perduraba; el conde de Rodez no podía ser elogiado por un seguidor del conde de Tolosa (Peire Cardenal en este caso, pero recordemos que A. Giannetti sitúa también a Castelnou en el ambiente tolosano) antes de 1229, en que fue disuelto el homenaje que Enrique de Rodez había prestado a Simón de Montfort y restituida su fidelidad al conde de Tolosa, el obispo de Mende sería Etienne II de Brioude, dimisionario en 1245, y entre ambas fechas habría de situarse la composición, quizá después de 1232 si la alusión a los frailes menores (v. 39) se refiere a su instalación en Rodez en esta fecha (31). Por su parte, Lavaud, que rechaza de plano la autenticidad de la estrofa VIII, retiene únicamente como punto de referencia la fecha de 1222, en que los franciscanos se habían instalado en Tolosa.

Admitida la estrofa VIII como auténtica por el valor del testimonio C (32), conviene reexaminar la posible identificación de estos personajes y la cronología resultante.  El rey Alfonso puede ser, efectivamente, Alfonso IX, que parece haber sido anfitrión de Peire Vidal hacia 1201-1204 y de Elias Cairel hacia 1210, aunque fue elogiado también por Guilhem Magret y Arnaut Daniel (33).  Sin embargo sorprende esta dedicatoria de un trovador cuya vinculación a las cortes peninsulares es desconocida y, sobre todo, sorprende su emparejamiento con dos magnates occitanos como el conde de Rodez y el obispo de Mende, con los cuales, en pura lógica, cabría esperar algún tipo de relación (34).

En este contexto, quizá por la fecha temprana que los investigadores han atribuido tradicionalmente a este trovador y, en particular a nuestro sirventés, resulta un tanto extraño que nadie haya propuesto la figura de Alfonso X, protector por excelencia de los trovadores provenzales (35).  Y muy en concreto, nos interesa la aventura política más azarosa de su largo y complejo reinado, la que más contribuyó a desacreditarlo entre sus coetáneos: el fecho del Imperio, o sea, su aspiración al trono imperial alemán; y de este largo proceso, que empezó en 1256, nos interesa muy en particular la ida del rey a Belcaire el año de 1275 a fin de entrevistarse con el papa Gregorio X (36).

La aspiración imperial de Alfonso X parecía en buena posición hacia 1271 y el Rey proyectaba una expedición a Italia, bajo su dirección personal; elevado al papado Gregorio X, que regresó de Palestina en febrero de 1272, y muerto su rival Ricardo de Cornualles el 2 de abril del mismo año, la ocasión parecía propicia y Alfonso X, acuciado a la vez por la rebelión de los nobles castellanos, dirigió una embajada al nuevo papa que, en carta del 16 de septiembre,  se manifestó radicalmente en contra de sus pretensiones.  Fue entonces cuando, al parecer, cuajó su proyecto de una entrevista personal con el pontífice para zanjar definitivamente el problema; puesto que el Papa había convocado el concilio de Lyon el 31 de marzo, todos sus esfuerzos se concentraron en una entrevista con el pontífice, en territorio francés (37).  Inmediatamente comenzaron los preparativos para un largo y complejo viaje, que requería grandes medios: intentó conseguir la compañía de los líderes de la sublevación nobiliaria, Lope Díaz de Haro y Nuño de Lara, a los que aplacó atendiendo prácticamente todas sus demandas; el último, por fin, marcharía a la corte pontificia al frente de una embajada a mediados de 1274.  De hecho, sabemos positivamente que al rey lo acompañaron en esta expedición su esposa Violante de Aragón, sus hijos los infantes don Pedro, don Juan y don Jaime, su hermano el infante don Manuel, el maestre de la orden de Santiago, Pelayo Gómez Correa, el obispo de Cuenca, Gonzalo, notario del Rey, quizá también don Juan Núñez de Lara... (38); Manuel González Jiménez señala que

"La ida al Imperio era algo más que un viaje relámpago, y Alfonso X la preparó concienzudamente y con un entusiasmo casi juvenil.  Aparte de la recaudación de dinero, le preocupaba al rey acopiar abastecimientos para el numeroso séquito que debía acompañarle, integrado por unos 500 hombres de armas y el personal auxiliar correspondiente, que triplicaba de por sí el número de los caballeros, criados, servidores, curiales y consejeros: un cortejo de varios miles de personas"

que viajaban con una costosa infraestructura de intendencia que les acompañó por mar desde los puertos de Andalucía, cargados de víveres y pertrechos (39).

Con este nutrido cortejo, el 16 de octubre entró por Alicante en el reino de Valencia, ciudad a la que llegó el 20 de noviembre de 1274,  y cruzó luego Cataluña  hacia el Norte, acompañado por su suegro Jaime I.  Celebró la Navidad en Barcelona, de donde salió el 22 de enero, pasó los Pirineos y debió llegar a Perpiñán en febrero de 1275 (allí firmó un documento el 7 de marzo), de donde continuó por Narbona a Montpellier hacia principios de abril.  El Papa siguió en Lyon hasta el 22 de abril, y el 3 de mayo, desde Orange, donde quedó hasta el 12, escribía una carta a Alfonso proponiéndole Belcaire como lugar de su encuentro; el Papa llegó el 10, y el Rey no debió retrasarse más (40). Seguramente estuvo allí hasta fines de agosto, aunque el último documento que firmó en esta ciudad es del 20 de julio (Gregorio X salió poco después del 3 de septiembre (41)); las noticias sobre la invasión africana de Andalucía acelerarían las conversaciones en las que el sueño imperial de Alfonso X naufragó definitivamente.

El objeto real de esta entrevista por parte de Alfonso X ha sido siempre un enigma para los historiadores pues el rey conocía perfectamente la hostilidad de Gregorio X; éste no sólo hizo patente su posición en cartas al rey, sino que escribió en este mismo sentido a la reina Violante y al infante don Manuel (42). Por otra parte, Jaime I de Aragón, que volvió muy decepcionado de su relación con el Papa durante el concilio de Lyon, le desaconsejó el viaje a Francia y la entrevista proyectada. En una interesante aportación, C. de Ayala Martínez proponía que "la 'ida al imperio' (...) constituye para Alfonso X una plataforma de acción política exterior  que, desde la óptica propagandística o la compensación negociadora venía a afianzar, en la mente del rey, su posición gibelina, y ello al margen de una negativa a la candidatura que encarnaba, y que, perfectamente esperada por el monarca, no llegó a significar el automático fin de su pretensión imperial" (43). Se viene pensando que fue durante su viaje cuando se concertó el matrimonio del infante Pedro con Margarita, hermana del vizconde Aimeric que, con sus hermanos, le acompañaron hasta Gerona (44). Si tal fue el objeto de su visita al sur de Francia, no debería extrañarnos que, con esta ocasión, hubiera establecido contactos estrechos con dos nobles que gobernaban amplios territorios cercanos a Belcaire: el conde de Rodez y el obispo de Mende, conde del Gavaudan.

Sobre la personalidad de éste último es fácil aventurar una propuesta, aunque las bases documentales y los estudios publicados sean más bien parcos y no siempre concordes. La Gallia Christiana informa de que en este período hubo dos obispos de Mende del mismo nombre, Odilón I u "Odilo de Mercorio" (1250-1268) y Odilón II, "ex familia de Tornello", (datado en 1266), al que habría sucedido Esteban III (1273-1278) y Guillermo Durán (1286-1291) (45); para los autores de la Histoiregénérale de Languedoc, se trataría  de un solo personaje que habría ocupado el solio desde 1247, pero entran en contradicción sobre el momento de su muerte, que ora fechan en 1274 (46), ora el 28 de enero de 1273 (47). Con la primera fecha concuerda Charles Porée, autor del más pormenorizado estudio sobre los obispos de Mende (si bien se centra en su actuación como señores del Gavaudan) para quien Odilón habría ocupado la sede de Mende entre 1247 y 1274, aunque no da la fecha exacta de su muerte ni justifica esta afirmación (48).

Odilon de Mercuer pertenecía a una poderosa familia local, con tierras en Alvernia, Velay, Vivarais y Roserga (49), y era hombre enérgico y capaz que se enfrentó a la creciente presión del Rey de Francia sobre sus dominios.  Los obispos, en un principio vasallos del rey de Aragón, habían conseguido invertir su posición y en 1225 Jaime I de Aragón hubo de prestarles vasallaje como vizconde de Gavaudan (50); pero por el tratado de París, en 1229, fue el Rey de Francia quien se erigió en Vizconde y pasó a ejercer todos sus derechos a través de los agentes reales (51). Su presión se había notado ya durante el episcopado de su predecesor, por obra de su representante Hugues de la Tour (52); hacia 1265, Odilón había conseguido asegurar de nuevo la autoridad episcopal sobre los barones de sus dominios, a la vez que mantenía a raya al representante del Rey, el senescal de Belcaire, pero entonces empezó el más grave de todos sus problemas, el conflicto sobre el Paréage que ocuparía a sus sucesores hasta la época de Guillermo Durand (53).

Odilon tenía, como quiere Raimon de Castelnou, un hermano, Beraud de Mercuer, que detentaba el señorío de este nombre.  Sabemos que cuando el rey de Francia atacó al conde de Foix en 1272, entre los occitanos que se le unieron estaba este magnate con "douze chevaliers, douze écuyeurs et dix arbalétriers", una fuerza idéntica a la que llevó el vizconde de Narbona. También el conde de Rodez acudió a esta convocatoria con "cinquante gens d'armes, dont sept étoient bannerets et vingt-six chevaliers, outre quatre-vingt-dix-sept écuyers & vingt-six arbalétriers" (54). Este mismo año testó el vizconde de Polignac, casado con Beatriz de Mercuer, hija de Beraud, a quien dejaba como  testamentario y, en su defecto, debía ser sustituido por el obispo Odilon (55). Este noble, a quien contemplamos en plena ostentación de su poder, debe ser el

(...) bon senhor de Mercuer, qu'es el fil
de valen pretz, que nos romp nis desfila
(...) (56)

a quien Folquet de Lunel dedicó esta canción cuya segunda tornada va dirigida a su principal protector desde 1274, el conde de Rodez. Si Odilon de Mercuer viviera hacia 1275, cuando Alfonso X estaba al Norte de los Pirineos, ésta sería sin lugar a dudas la ocasión de tal sirventés. Si había muerto antes, sea en enero de 1273, sea a lo largo de 1274, deberíamos pensar en la campaña de gestiones diplomáticas que debieron preparar un acontecimiento que absorbía con tal vehemencia los anhelos del rey al menos desde 1272.

No es extraño que a su lado aparezca el conde de Rodez, con tierras en el Gavaudan y siempre en malas relaciones con el obispo y señor de su ciudad, con quien hubo de firmar sucesivas paces siempre inestables y quebrantadas (57). Según la fecha que asignemos a la composición, se tratará de Hugo IV (1222 a 1274) o de Enrique II (1274 a 1302).  Involucrado en la cruzada contra los albigenses por su apoyo a su señor, el conde de Tolosa, en 1214 prestó vasallaje a Simon de Monfort, para volver a la obediencia de Raimon VII en 1229, con la paz de París (58); después de su muerte hubo de defender sus dominios de la presión del nuevo conde, Alfonso de Poitiers.  Acosado desde 1266 por su bailío, Eustache de Beaumarchais, hubo de pagar una fuerte multa y obtuvo la protección de Jaime I de Aragón, nada propenso a interferir en los intereses franceses en Provenza y Tolosa (59) y del papa Clemente IV que, en 1268, le concedió no poder ser excomulgado sin un mandato especial (60). La presión se intensificaría progresivamente a partir de 1271, tras la muerte de los últimos condes de Tolosa y la absorción del condado por el rey de Francia (61).

Tenemos, pues todas las condiciones necesarias para que los nobles de Roserga y Gavaudan, y muy en particular el conde de Rodez y el obispo de Mende y su familia, se acercaran a cualquier poder, por remoto que fuera, con posibilidades de ofrecerles cualquier tipo de ayuda, aunque fuera un rey lejano como Alfonso X que durante estos años, no lo olvidemos, intervenía activamente, en el Norte de Italia, y mantenía tensiones intermitentes con el rey de Francia por su común intromisión en la política navarra (62).  Un problema que se venía complicando progresivamente desde la muerte de Teobaldo II en la cruzada de Túnez (1271) y la de su hermano y sucesor, Enrique (julio de 1274), ambos casados con princesas francesas, que reverdecieron las aspiraciones castellanas a aquella corona, esta vez, por acuerdo entre padre e hijo, reivindicadas por el primogénito castellano Fernando de la Cerda (63). En estas condiciones, ni Alfonso X, empeñado en un viaje a territorios del rey de Francia, con nutrido aparato militar, ni los señores locales, cada vez más presionados por el poder real, podían desaprovechar la ocasión que la suerte les deparaba para entablar unas relaciones no por menos inciertas más necesarias.

Si los años 1272-1275 brindaron la ocasión propicia para que coincidieran los intereses de estos personajes, esta parece ser también la motivación de una composición más conocida, el sirventés de Folquet de Lunel (el trovador que loó a Beraud de Mercuer) "Al bon rey q'es reys de pretz car"; su datación tiende hoy a situarse entre la elección de Gregorio X en septiembre de 1271 por la alusión del verso 41, que explicita la existencia de un papa coronado tras el largo período en que la sede estuvo vacante, desde 1268, y el 29 de septiembre de 1273, en que fue elegido emperador Rodolfo de Habsburgo, pues en su v. 46 considera el imperio vacante: "e l'Emperi non estes pus vacan" (64). Sin embargo, un poema escrito íntegramente en elogio del rey de Castilla y de sus aspiraciones imperiales no podía aceptar de ninguna manera que la elección de Rodolfo hubiera terminado con su derecho y con el gran interregno, puesto que el Rey no lo aceptaba así y  ni siquiera lo aceptó después de su desdichado viaje a Belcaire (65); por otra parte, creo que no se ha reparado suficientemente en la tornada:

Mon sirventes, Bernart, leu, ses fadia,
en Castella portatz a Don Ferran;
e digatz li que·s tenh'ades denan
que es ni d'on, e fara bona via (66);

nótese que la composición es enviada a Castilla, al primogénito don Fernando, pidiéndole que esté a la altura de su padre.  El autor no estaba, pues, en este reino, y el contenido de la composición, al margen de la posible visita de Folquet a la corte castellana en 1269 (67), parece sugerir que el contexto más apropiado para esta dedicatoria se dio durante el viaje de Algonso X a Belcaire, cuando su heredero gobernaba en su nombre y el rey cuyas pretensiones se elogian estaba junto al trovador.

Si estas propuestas son acertadas, las composiciones de Raimon de Castelnou y de Folquet de Lunel (quizá también las de otros trovadores vinculados al círculo de Rodez como Bertran Carbonel y  Daude de Pradas) serían el afortunado fruto literario de la más desventurada de las iniciativas políticas de la larga y desdichada carrera de Alfonso X como rey de Castilla y León.  En Belcaire, o antes desde Perpiñán, o incluso desde Castilla, habría establecido contactos con los condes de Rodez y del Gavaudan y su figura habría atraído la atención de la nutrida corte literaria de Enrique II, él mismo trovador (68), la misma corte donde pocos años después, sumido ya en el marasmo el reino de Alfonso, encontraría acogida Guiraut Riquier.  Así obtuvo un reconocimiento imperial que le habían negado tanto el Papa como sus propios vasallos naturales.

 

Notas

(1) Este estudio forma parte del proyecto nº PB91-261 financiado por la DGICYT. Pertenece a una serie destinada a mejorar la datación e identificación de los trovadores que actuaron en la Península a través de datos de origen historiográfico, y han aparecido hasta ahora las siguientes entregas: "Tipos y temas trovadorescos.  I.  Xemeno de Aybar",en Zeitschrift für Romanische Philologie, 104, 1988, pp. 46-60, "II.  Bonifaci Calvo y Ayras Moniz d'Asme", Revista de Literatura Medieval, I, 1989, pp. 9-13, "III.  Pedro Amigo de Sevilha", Cuadernos de Estudios Románicos, I, Barcelona, PPU, 1989, pp. 31-38, "IV.  Pero da Ponte y la rebelión de don Lope Díaz de Haro", Estudos portugueses.  Homenagem a Luciana Stegagno Picchio, Lisboa, DIFEL, 1991, pp. 15-36, "V.  Para la datación de las Cantigas alfonsíes: el ciclo del Puerto de Santa María", Revista de Literatura Medieval, 2, 1990, pp. 165-173, "VI.  García López de Alfaro y el ciclo de las hostilidades del Norte", Estudios Románicos, IV, 1987-1989, Homenaje al profesor Luis Rubio, vol. I, Universidad de Murcia, 1989, pp. 143-148, "VII.  Leonoreta / fin roseta, la corte poética de Alfonso XI y el origen del Amadís", Cultura Neolatina, 51, 1991, pp. 47-64 y 341, "VIII.  Datos para la biografía de Pero Mafaldo", en Literatura medieval.  Actas do IV Congresso da Associação Hispânica de Literatura Medieval, vol. IV, Lisboa, Cosmos, 1993, pp. 345-352, "IX.  Cerverí de Girona, Pero Mafaldo i l'infant Pere d'Aragó", en Studi Mediolatini e Volgari, 39, 1993, pp. 9-31, "X.  Dos Bertran d'Alamanon", en Romanica Vulgaria.  Quaderni, 13-14, Studi provenzali e galeghi 89/94, 1994, pp. 25-40, "XI.  La corte poética de Sancho IV", comunicación al congreso La literatura en la época de Sancho IV, Alcalá de Henares, Universidad, 1996, pp. 107-120, "XII.  Pero Goterres y la retórica de la impiedad: Afonso X, Pero Garcia Burgales, Gil Perez Conde y Vasco Gil", Actas del VI Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1997, vol. I, pp. 279-296, "XIII.  Fernan Soarez de Quinhones", Calligraphia et Tipographia.  Arithmetica et Numerica. Chronologia  Rvbrica, 7, 1998, pp. 393-404.  La mayor parte de estos trabajos fueron luego integrados en los libros La corte de Babel: política y poética de las lenguas en la España del siglo XIII, Madrid, Gredos, 2005 y Poética, poesía y sociedad en la lírica medieval, Anejos de la revistra Verba, 59, Santiago de Compostela, Universidade, 2007. ()

(2) Elberfeld, 1872.  Para algunos de los problemas planteados por las atribuciones entonces propuestas véase S. Asperti, "Répertoires et attributions: une réflexion sur lesystème de classification des textes dans le domaine de la poésie des troubadours", en  IIème Congrès International de l'Association Internationale d'Études Occitans.  Montpellier, 20-26 septembre 1990.  Vol. II, Contacts de Langues, de civilisations et intertextualité, Montpellier, Université PaulValéry, 1992, pp. 585-594. ()

(3) Paris, Didot, 1819, vol. IV, pp. 382-384. ()

(4) "Raimond de Castelnau", en Histoire Littéraire de la France, vol. 19, Paris, 1859, pp. 558-559. ()

(5) Gedichte der Troubadours in provenzalischer Sprache, vol. III, Berlin, 1864, nº DCCCCLXXVI. ()

(6) De C. A. F. Mahn, vol. III, Berlin, 1886, nº CX. ()

(7) Halle, Max Niemeyer Verlag, 1933, 396,6.  La antigua referencia de Bartsch, 335,37 (que mencionamos a continuación), queda en blanco, y remite la atribución a Raimon de Castelnou. ()

(8) Paris, Champion, 1966, vol. II, 396,6. ()

(9) Ob. cit., pp. 97-203, 335,37. ()

(10) Peire Cardenals Strophenbau in seinem Verhältniss zu dem anderer Trobadors, Marburg, 1884, pp. 39-40. ()

(11) Peire Cardinal ein Satiriker aus dem Zeitalter der Albigenserkriege, München, Verlag der Königlich Bayerischen Akademie der Wissenschaften, 1916, donde se ocupa repetidamente de esta composición: pp. 29-30 y nota 3, 83 nota 2, 138-139 y 182-184. Para el aspecto que aquí nos ocupa, por comodidad, seguimos el resumen de R. Lavaud, que reúne los datos que en el original aparecen en la nota 3 de la p. 30 y pp. 138-139. ()

(12) Poésies complètes du troubadour Peire Cardenal (1180-1278), Bibliothèque Méridionale, 2e série, nº XXXIV, Toulouse, Privat, 1957. ()

(13) Le sigue en este aspecto C. Alvar, La poesía trovadoresca en España y Portugal, Barcelona, Planeta-Real Academia de Buenas Letras, 1977, p. 241, que no toma partido ante los problemas que suscita esta composición. ()

(14) A. Giannetti, Raimon de Castelnou. Canzoni e dottrinale, Bari, Adriatica Editrice, 1988, especialmente 39-45. ()

(15) Lo cual no presupone su supuesta superioridad, tantas veces mantenida por los editores a lo largo de los últimos cien años; véanse al respecto las observaciones de F. Zufferey, Recherches linguistiques sur les chansonniers provençaux, Genève, Droz, 1987, p. 152. ()

(16) Véase p. 393. ()

(17) Para los contrafacta, un fenómeno del que disponemos cada vez de mayor información, véanse sólo, entre los más importantes, M. Chambers, "Imitation of Form in the Old Provençal Lyric", en Romance Philology, 6, 1953, pp. 104-120, J. H. Marshall, "Pour l'étude des contrafacta dans la poésie des troubadours", Romania, 101, 1980, pp. 289-335, J. Gruber, Die Dialektik des Trobar, Beihefte Zeitschrift für romanische Philologie, cxciv heft, Tübingen, 1983, M.-R. Jung, "A propos de la poésie lyrique courtoise d'oc et d'oil", en Studi Francesi e Provenzali 84/85. Romanica Vulgaria.  Quaderni, 8/9, 1984-85, pp. 5-36 y S. Asperti, "Contrafacta provenzali di modelli francesi", en Messana.  Rassegna di Studi Filologici, Linguistici e Storici, 8, 1991, pp. 5-49. ()

(18) Véase el estudio de S. Asperti en Carlo d'Angiò e i trovatori.  Componenti 'provenzali' e angioine nella tradizione manoscritta della lirica trobadorica, Ravenna, Longo Editore, 1995, pp. 20-28.  Véase tambén el estudio lingüístico de F. Zufferey, Ob. cit. pp. 207-225.   Para los problemas suscitados entorno a la posible identificación de Guilhem d'Autpol y Daspol, véase el resumen de W. D. Paden, L. H. Armitage, O. Holmes, Th. Kendris, A. Lumsden-Kouvel y  T. O'Connell, "The Problems of the Troubadours Guilhem d'Autpol and 'Daspol'", en Romance Philology, 46, 1993, pp. 407-452, en especial las pp. 407-413 donde, si bien se mantiene abierta la posibilidad de que se trate de dos personajes distintos, desestima de plano la atribución que aquí nos interesa. ()

(19) M. L. Meneghetti abordó el estudio de "Les florilèges dans la tradition lyrique des troubadours" en Lyrique romane médiévale: la tradition des chansonniers.  Actes du Colloque de Liège, 1989, ed. a cargo de M. Tyssens, Liège, Université, 1991, pp. 43-60, donde se ocupa del de Ferrarino de Ferrara.  Creo que nadie ha emprendido el análisis de éste.  Véase también el trabajo de A. Rieger arriba citado,  así como M. J. Routledge, "The coblas esparsas of Bertran Carbonel and Guilhem l'Olivier", en Proceedings of the Sixth National Conference on Medieval Occitan Language and Literature , Cambridge, 1991, pp. 1-17. ()

(20) G. Petrocchi, Dante Alighieri.  La Commedia secondo l'antica Vulgata, vol. I, Introduzione, Firenze, Società Dantesca Italiana, Mondadori, 1966,  pp. 109-112. ()

(21) Zufferey, Ob. cit., pp. 298-309. ()

(22) M. L. Meneghetti, "Stemmatica e problemi d'attribuzione fra provenzali e siciliani", en La Filologia Romanzae i codici.  Atti del Convegno.  Messina-Università degli Studi-Falcoltà di Lettere e Filosofia.  12-22 Dicembre 1991, vol. I, Messina, Sicania, 1993, pp. 91-105. ()

(23) M. L. Meneghetti, Ibídem, pp. 99-100. ()

(24) Ob. cit., p. 392.  Este argumento deriva en última instancia de unas observaciones de Mauss, Ob. cit.. p. 39. ()

(25) Zufferey, Ob. cit. p. 134 nota. ()

(26) M. L. Meneghetti, Ob. cit. p. 100. ()

(27) A. Giannetti, Ed. cit. nº 1, v. 32; la conjetura de Anglade se encuentra en Le troubadour Guiraut Riquier. Étude sur la décadence de l'ancienne poésie provençale, Paris, 1905, hoy en Genève, Slatkine Reprints, 1973,  p. 173 nota 2, recogida en A. Giannetti, Ed. cit., p. 20. ()

(28) "Entr'ira et alegrier", nº IV de su edición, vv. 29-30. ()

(29) Ob. cit.pp. 20-23. ()

(30) Ob. cit., p. 41.  También los problemas de la cronología han sido resumidos en Lavaud, Ed. cit., p. 393-394. ()

(31) Ob. cit., pp. 181-184.  Interesa subrayar que "über den Bruder des Bischofs von Mende, der das Vorbild der Barone genannt wird, habe ich nichts ermitteln können" (p. 184). ()

(32) Más adelante volveremos sobre el tema de la fiabilidad de este cancionero, sobreestimada en tantas ocasiones; baste ahora recordar la frecuente intervención correctora de los copistas, tanto en el texto como en las rúbricas. Al hablar de fiabilidad lo hago exclusivamente en el contexto que afecta a la obra de Raymon de Castelnou y las peculiaridades de su transmisión. ()

(33) M. Milá y Fontanals, De los trovadores en España, Barcelona, 1861, que cito por la reimpresión a cargo de C. Martínez y F. R[ico] Manrique, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1966, pp. 143-146, A. Jeanroy, La poésie lyrique des troubadours, Toulouse-Paris, 1934, reimpresión facsímil en Genève-Paris, Slatkine, 1974, vol. I, p. 207 y C. Alvar, La poesía trovadoresca en España y Portugal, pp. 65-74. ()

(34) Véase un caso de dedicatoria múltiple como ésta en "Hom no pot far sirventes mas sirven" de Cerverí de Girona, del que me ocupé en "L'infant Pere, Cerverí de Girona i Pero Mafaldo", citado en la nota 1. ()

(35) La bibliografía sobre el tema es amplísima, dado el número de trovadores que, directa o indirectamente, tuvieron relación con él.  Interesan en particular, como  de costumbre para estos temas, Milá, Ob. cit., pp. 179-199 y 464-467, Jeanroy, Ob. cit. pp. 213-129 y Alvar, Ob. cit. 181-258.  Entre los estudios sobre los trovadores que frecuentaron su corte citaré sólo, por su especial significación de poetas áulicos alfonsinos, J. Anglade, Ob. cit., particularmente pp. 105-168 y F. Branciforti, Le rime de Bonifacio Calvo, Catania, Università, 1955, pp. 10-336. ()

(36) La bibliografía sobre este tema es sorprendentemente amplia y compleja, por las partes implicadas.  Entre los estudios que le están específicamente dedicados, citaré en primer lugar el fundamental de A. Ballesteros Beretta, Alfonso X, emperador (electo) de Alemania.  Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública del señor..., Madrid, 1918, luego refundido y ampliado en su monumental Alfonso X el Sabio, Madrid-Barcelona, 1964, que cito por la reimpresión con excelentes índices de Barcelona, El Albir, 1984, cap. XIV y parte del XV, F. Valls i Taverner, "Relacions familiars i polítiques entre Jaume el Conqueridor i Anfos el Savi", Revue Hispanique, 21, 1919, pp. 9-52 hoy en sus Obras, vol. IV, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1961, pp. 269-306,  L. Gatto, Il pontificato di Gregorio X (1271-1276), Istituto Storico Italiano per il Medio Evo.  Studi Storici, fasc. 28-30, Roma, 1959 (perfecto conocedor de la documentación pontificia pero increíblemente al margen de toda la bibliografía hispánica y alemana sobre este tema, aunque usa las fuentes cronísticas), C. Estepa, "El fecho del Imperio y la política internacional de Alfonso X", en  J. Mondéjar y J. Montoya, Estudios alfonsíes. Lexicografía, lírica, estética y política de Alfonso X el Sabio, Granada, 1985, pp. 189-205, R. Kinkade, "Alfonso X, Cantiga 235, and the Events of 1269-78", Speculum, 67,  1992,  pp. 284-323 y M. González Jiménez, Alfonso X El Sabio.1252-1284., Palencia, Diputación Provincial,  1993.  Desde el punto de vista alemán, con interesantes aportaciones en torno a  los principios jurídicos aplicables a la elección imperial de Alfonso, debe verse W. von Schoen, Alfons X von Kastilien, München, 1966, traducción española sin  complementos bibliográficos en Alfonso X de Castilla, Madrid, Rialp, 1966. ()

(37) Las fuentes de información más completas sobre estos problemas son Ballesteros, Alfonso X emperador, pp. 51 ss., Alfonso X el Sabio, cap. XIV y Gatto, Il pontificato di Gregorio X, cap. IV y, muy particular, cap. V. ()

(38) Ballesteros, Alfonso X emperador, p. 60 y Alfonso X el Sabio, p. 725. ()

(39) Ob. cit., pp. 107-108. ()

(40) Seguimos las noticias de Ballesteros, Alfonso X el Sabio, pp. 729-730, siempre muy puntilloso en sus datos. Gatto da una noticia levemente distinta: el Papa estaría en Orange el 2 de mayo y en Belcaire el 14 (Ob. cit. pp. 106-107).  Para todo este itinerario, aparte de estas dos obras, ha sido de gran utilidad el trabajo de Kinkade, Ob. cit., pp. 301-307, que ha revisado los datos existentes a la luz de la documentación conocida y de la Cantigade Santa Maria nº 235, donde el rey cuenta la grave enfermedad que le aquejó durante muchos años y, en particular, en este período, proponiendo una sugestiva y documentada interpretación de alguno de los enigmas de su reinado. ()

(41) Véase la documentación reunida por Kinkade, Ob. cit., p. 303. ()

(42) Los datos fueron recogidos por Gatto, Ob. cit., p. 193 nota y Ballesteros en sus dos trabajos, así como en  C. de Ayala Martínez, "Alfonso X: Beaucaire y el fin de la pretensión imperial", en  Hispania, 47, 1987,  pp. 5-31, especialmente pp. 10-11. ()

(43) C. de Ayala Martínez, Ob. cit., especialmente p. 20. ()

(44) Ballesteros, Alfonso X el Sabio, p. 775.  El matrimonio se efectuó más adelante, en febrero de 1281, en Burgos (Ballesteros, Ibídem, pp. 933-934); de todos modos, no es imprescindible que tal convenio tuviera lugar precisamente durante el paso del rey por Narbona, pues los Amalric, rama de la dinastía castellana de los Manrique de Lara, estuvieron siempre en contacto con sus parientes castellanos y con sus reyes.  Con todo, su paso por Narbona, a la ida o a la vuelta, no careció de trascendencia literaria, pues dio ocasión a que Guiraut Riquier le solicitara la intercesión ante su dama (véase Anglade, Ob. cit. y mi "Los trovadores en las cortes de Castilla y León  (II): Alfonso X, Guiraut Riquier y Pero da Ponte", en Romania, l07, 1986, pp. 486-503 y especialmente p. 491.). ()

(45) Gallia Christiana in provincias ecclesiasticas distributa qua series et historia archiepiscoporum, episcoporum et abbatum Franciae vicinarumque ditionum, 13 vol.,  Paris, Typographia Regia,  1716-1770, vol. I, cc. 91-95.  Peor es la situación que brinda C. Eubel en su Hierarchia Catholica Medii Aevi, pues da las fechas de 1224 para Stephanus de Brioude, c. 1255 para Odilo de Merceur (sic), cuya fecha de defunción da, como la Histoiregénérale de Languedoc, el 28 de enero de 1273(pp. 357-358). ()

(46) Vol. IV, Toulouse, 1872, nota LXXII ("Église de Gévaudan"), p. 393. ()

(47) A este punto se dedica un largo excursus en el vol. VII, nota XLI, pp. 117-118.  Su tumba se conserva en Torino según U. Chevalier, Répertoire des sources historiques du moyen âge, 3 vols., Paris, Picard, 1905-1907, s. v. ()

(48) "Les évêques-comtes de Gévaudan, étude sur le pouvoir temporel des évêques de Mende aux XIIe et XIIIe siècles", Bulletin de la Société des Lettres, Sciences et Arts du Département de la Lozère.  Archives Gévaudanaises, 4, 1915, pp. 347-509 especialmente p. 435 (elección) y 467 (muerte).  En un documento de septiembre de 1275, referente a Marques de Canilhac, el obispo es Esteban (S. Guida, Jocs poetici alla corte di Enrique II di Rodez, Modena, Mucchi, 1983, p. 44.  Menos interés tiene la Histoirede Mende, de M. Balmelle y S. Pouget, Paris, 1947. ()

(49) Porée, Ob. cit., p. 393. ()

(50) Porée, Ob. cit.,  pp. 368 y 410. ()

(51) Porée, Ob. cit.,  p. 412. ()

(52) Para este aspecto, Porée, Ob. cit., cap. V, pp. 433 y ss. ()

(53) Porée, Ob. cit.,  p. 465 y ss. ()

(54) Histoire générale de Languedoc, vol. IX, Toulouse, 1885, p. 15. ()

(55) Ibídem, p. 99. ()

(56) F. Eichelkraut, Der Troubadour Folquet de Lunel. Herausgegeben nach den Pariser Hadschriften, Berlin, 1872, reimpresión facsimilar de Genève, Slatkine Reprints, 1975, nº VI. ()

(57) En lo referente a la historia de los condes de Rodez dependemos todavía de  Bonal, Comté et comtes de Rodez, Rodez, 1885, aunque pueden encontrarse también datos de interés en la Histoirede Rodez, dirigida por H. Enjalbert, Toulouse, Privat, 1981, y la Histoiredu Rouergue, dirigida por H. Enjalbert y G. Cholvy, Toulouse, Privat, 1987. Véase también la tabla genealógica de los condes de Rodez en F. Pirot, Recherches sur les connaissances littéraires des troubadours occitans et catalans des XIIe et XIIIe siècles. Les "sirventes-ensenhamens" de Guerau de Cabrera, Guiraut de Calanson et Bertrand de Paris, en Memorias de la Real Academia de Buenas Letras, XIV, Bacelona, 1972, p. 299 y los materiales reunidos por M. Picchio Simonelli en su Lirica moralistica nell'Occitania del XII secolo: Bernart de Venzac, Modena, Mucchi, 1974, pp. 23-30, donde concede cierta atención a los conflictos entre los condes y el obispo. Para los obispos de la ciudad, A. Bonal, Histoire des Evêques de Rodez, Rodez, 1935-1938, L. Bion de Marlevagne, Histoire de la Cathédrale de Rodez, avec pièces justificatives et de nombreux documents sur les églises et les artistes de la Rouergue, Paris, 1875, que tiene menor interés para la época que nos ocupa, y J. Dufour, Les évêques d'Albi, de Cahors et de Rodez des origines à la fin du XIIe siècle, Paris, Editions du Comité des Travaux Historiques et Scientifiques, 1989, que no llega a ocuparse de la misma. Sí interesan sin embargo algunos de los trabajos comprendidos en 14-16 de juin 1958.  Rouergue et confins.  Archélogie.  Histoire.  Économie, Rodez, Société des Lettres, Sciences et Arts de l'Aveyron, s. a.  Es también útil C. Couderc, Bibliographie historique de la Rouergue, Rodez, 1931, 2 vols. ()

(58) Para las relaciones de los señores locales con el conde de Tolosa en este período tenemos el trabajo de J. Fabre de Morlhon, "Les Rouergats fidèles à Raymond VII. Leur sort après sa mort", en  Rouergue et confins.  Archélogie.  Histoire.  Économie, pp. 57-67. ()

(59) "La política de Jaime I  resulta (...) poco activa, y en ocasiones hasta pasiva, frente a la penetración del poder real francés en Occitania", según resume acertadamente O. Engels, "El rey Jaime I de Aragón y la política internacional del siglo XIII", en Jaime I y su época. X Congreso de Historia de la Corona de Aragón. Ponencias, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1979, pp. 213-240, especialmente p. 221, de donde procede la cita, hasta la p. 230. ()

(60) Para estos aspectos, véase Histoire du Rouergue, pp. 137-138. ()

(61) Para Rouergue,véase Histoire de Rouergue, p. 134, así como H. de Tarde, "Evêque et sénéchal en Rouergue: Une guerre d'usure (1285-1314)", en Rouergue et confins.  Archélogie. Histoire. Économie, pp. 79-85. ()

(62) La Histoiregénérale de Languedoc, vol. IX, p. 47 cita estas diferencias como causa de las dificultades que el rey de Francia puso al paso de Alfonso X por sus tierras, camino de Belcaire. ()

(63) Para la actitud castellana ante la muerte de Enrique I de Navarra, el 22 de julio de 1274, aparte de la atención que le dedica Ballesteros, Alfonso X el Sabio, véase J. M. Lacarra, Historia política del Reino de Navarra, Pamplona, Aranzadi-Caja de Ahorros de Navarra, 1972, vol. II, pp. 205-223. ()

(64) Sobre este texto existe una bibliografía reltivamente amplia.  Fue estudiado por Milá y Fontanals (Ob. cit., pp. 196-198), editado por Eichelkraut (Ob. cit. nº II) y V. de Bartholomaeis, que lo estudió y dató con una anotación histórica exhaustiva en Poesie provenzale storiche relative all'Italia, Roma, Istituto Storico Italiano, 1931, vol. II, p. 277-281. Una excelente puesta a punto de nuestros conocimientos puede verse en M. de Riquer, Los trovadores, Barcelona, Planeta, 1974, vol. III, pp. 1551-1552 y en C. Alvar, La poesía trovadoresca en España y Portugal, pp. 217-220, y Textos trovadorescos sobre España y Portugal, Barcelona, Planeta-Real Academia de Buenas Letras, 1978, 80-84. ()

(65) En septiembre de 1275, el papa escribía al arzobispo de Sevilla para que convenciera al Rey de no seguir usando el título de "Rey de Romanos", máxime cuando, según había sabido el Papa, aquél había comunicado a los príncipes alemanes y a las ciudades italianas expresándoles su deseo de no renunciar al trono imperial a pesar de lo hablado en Belcaire (C. de Ayala Martínez, Ob. cit., p. 20; un documento de este tipo, fechado el 21 de mayo, cuando el rey conocía ya la respuesta pontificia, y dirigido a la ciudad de Pavía, es comentado un poco antes, en la p. 14, y en otra vez en la p. 22). Por otra parte, y durante el viaje de regreso, aseguraba Saboya para la causa gibelina mediante el matrimonio de su hermano, el infante Manuel, con una de sus princesas (Ibídem, p. 24; en realidad, todo el artículo es una demostración continua de que las actividades alfonsíes en relación con el Imperio no cambiaron tras la entrevista con Gregorio X). De hecho, hasta el 15 de octubre de 1275, el Papa, que quizá había recibido ya las garantías suficientes, no comunicaría a los príncipes alemanes la renuncia definitiva de Alfonso X (Ibídem, p. 31) que a su vuelta a Castilla se había visto desbordado por la invasión meriní contra la que fallecieron el jefe de la casa de Lara, el arzobispo de Toledo Sancho de Aragón y el propio heredero de la corona, el infante Fernando de la Cerda. ()

(66) Texto de V. de Bartholomaeis, Loc. cit. ()

(67) M. de Riquer, Ob. cit., p. 1550. ()

(68) Para la corte literaria de Enrique de Rodez véase J. Anglade, Ob. cit., pp. 169-182, A. Jeanroy, Ob. cit., vol. I, p. 286-290, H. Pirot, Ob. cit., pp. 317-320, F. M. Chambers, Proper Names in the Lyrics of the Troubadours, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1971, s. v.  y S. Guida, Ob. cit., dedicada por entero a la reconstrucción del intercambio poético en la corte de Enrique II de Rodez. ()

 

 

 

 

 

 

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