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Oroz Arizcuren, Francisco J. La lírica religiosa en la literatura provenzal antigua . Pamplona: Excma. Diputación Foral de Navarra - Institución Príncipe de Viana, 1972.

Edición crítica, traducción, notas y glosario. Versión revisada para Corpus des Troubadours, 2011.

ÍNDICE
 

1. PRÓLOGO

2. ADVERTENCIA PRELIMINAR

3. INTRODUCCIÓN - TROBAVA VOLONTIERS DE DIEU

4. ABREVIATURAS Y SIGNOS

5. SIGLAS DE CÓDICES

 
 
PRÓLOGO
 
Las cincuenta y cinco composiciones líricas de tema religioso, escritas desde los primeros años del siglo XII hasta finales del XIII, que se publican, traducen y comentan en este libro, constituyen un conjunto lo suficientemente válido y variado para rectificar la idea, enunciada más o menos vagamente por algunos críticos, de que la poesía provenzal trovadoresca, esencialmente profana, carecía de importancia desde el punto de vista religioso. El presente corpus del profesor Oroz es, esencialmente, una depurada presentación de materiales con los que desde ahora será posible trabajar sobre la lírica religiosa trovadoresca o más concretamente sobre el sentimiento religioso en los trovadores provenzales. Cierto es que en gran número de poesías de trovadores hay notas de religiosidad —quede bien entendido: de religiosidad estrictamente católica—, que tan a menudo sorprendemos en sirventeses, en planhs, en canciones de cruzada y hasta en canciones fundamentalmente amorosas, sin olvidar un género de temática tan profana y hasta sensual como es el alba. Incluso un trovador tan ferozmente denostador de las más elevadas jerarquías eclesiásticas como fue Guillem de Berguedà, que evoca un trasmundo algo similar al paraíso de Mahoma y que tantas veces puede dar la impresión de lo que más adelante se llamará un «incrédulo», de cuando en cuando deja entrever en sus versos notas fugaces de religiosidad, y no en vano hizo abundantes donaciones a iglesias y monasterios de su tierra y se propuso ser peregrino a Santiago (como Guillem de Peitieu, otro trovador en algunos aspectos parecido a él).
Integrados en una cultura y un ambiente cristiano y sabiendo como sabemos que algunos de ellos procedían del estamento religioso, como, por ejemplo, el Monje de Montaudón, o que acabaron sus días en él, como Bertran de Born o Folquet de Marselha, y formados culturalmente en escuelas de recintos catedralicios o abaciales, sería sorprendente que en los trovadores estuviera ausente, escondida, disimulada o fugaz la inspiración de tipo religioso. El corpus que el lector tiene ante sus ojos muestra de un modo claro que, aunque en proporción numérica inferior a la canción amorosa y al sirventés, existe un apreciable conjunto de piezas trovadorescas de contenido religioso.
Y era necesario emprender un trabajo como el que ha llevado a término el profesor Oroz. Si por un lado el crítico que rastrea aspectos de estilo y de expresión dispondrá desde ahora de un material completo y precioso para profundizar en el ya sabido fenómeno de la poesía religiosa «a lo profano» y de la poesía profana «a lo divino», y su llamativa ósmosis, por otro lado los que indagan sobre la espiritualidad en las tierras en que tan profusamente se extendió el catarismo y tan ferozmente fue combatido, tendrán a su alcance unos cuantos millares de versos que podrán examinar con lupa para comprobar si entre tantos conceptos rigurosamente ortodoxos se escapa algún matiz herético.
El lector advertirá también relaciones y paralelos entre la lírica religiosa provenzal y otros dominios de la poesía románica. No en vano están aquí representados Guiraut Riquier y Cerverí de Girona, que estuvieron en relación con Alfonso X de Castilla, autor de las Cantigas de Santa María; y por lo que afecta al segundo, Guillem de Cervera, llamado Cerverí, es de sumo interés el paralelismo que señala el profesor Oroz entre su alba religiosa y el principio de la Commedia de Dante (paralelismo que indefectiblemente será discutido), y no olvidemos que los últimos años de la producción de este trovador catalán enlazan con los primeros de la actividad literaria de Ramón Llull, que primero fue trovador profano y luego altísimo poeta religioso.
 
El prof. Oroz no se ha limitado a reunir textos ya editados en forma antológica. De cada una de las poesías aquí incluidas ha establecido con rigor la edición crítica a base de las fuentes manuscritas, lo que le ha permitido replantear o resolver problemas que ya preocuparon a editores anteriores y dar de varias de estas poesías, hasta ahora publicadas deficientemente y a veces en repertorios venerables que cuentan más de un siglo, un texto de acuerdo con las exigencias actuales. El comentario gramatical es rico y agudo, y estoy convencido de que será tenido muy en cuenta por los provenzalistas en sus trabajos.
El escaso provenzalismo español, que tan brillantemente inauguró el maestro Milá y Fontanals al publicar en 1861 De los trovadores en España, ha encontrado en Francisco J. Oroz un filólogo del que esperamos fecundas y originales contribuciones.
 
Martín de RIQUER
 
 
 
ADVERTENCIA PRELIMINAR
 
1. Fin del presente trabajo es ofrecer una edición crítica de las poesías religiosas de los trovadores provenzales. Con ello se pretende contribuir al conocimiento de este género, poniendo las bases para estudios posteriores sobre él.
 
2. Quien se proponga investigar la lírica religiosa de los trovadores provenzales se encontrará ante un problema básico: el de la consulta de tales textos. El problema presenta dos aspectos, que están, hasta cierto punto, en función y dependencia recíproca: la falta de una colección más o menos completa de textos religiosos en provenzal y la de ediciones adecuadas de los trovadores correspondientes. Resultaría relativamente fácil suplir el primer aspecto de tal deficiencia que, dados los numerosos autores entre los que se halla dispersa la producción religiosa provenzal, sería un cometido de gran utilidad, si tal tarea pudiera limitarse a recopilar textos ya editados concienzudamente. Y aquí precisamente está el punto crítico: mientras que algunos trovadores han tenido la fortuna de haber sido sacados a luz por autores de la competencia de Appel, Bartsch, Levy, Riquer, Stroński y de haber encontrado un lugar preferido en las antologías, otros muchos han tenido que contentarse con ediciones mediocres e inexactas que reclaman con insistencia una reelaboración.
Vers Dieus, el vostre nom e de sancta Maria (hic, núm. 15), atribuido a Falquet de Romans y Folquet de Marselha, por citar un ejemplo, ha gozado, a partir del primer editor, G. de Catel (cf. Vicenti, Bibliogr. antica, p. XLII) de la consideración de numerosos críticos, cual Raynouard, Mahn, Mayer, Crescini, Chaytor, Zenker, Anglade, Audiau et Lavaud, Stroński, Berry, Serra Baldó, Cavaliere, Bertoni, Hill (v. P. C. 156, 15; Frank, Répertoire 156, 15) y otros; de la mayoría de las composiciones de Folquet de Lunel, en cambio, no existe más que una edición deficiente de Eichelkraut, erizada de interpretaciones falsas y de versiones erradas. La suerte no ha sido mucho más halagüeña con las obras religiosas y con muchas de las profanas de Guiraut Riquier, que ha debido resignarse a una edición superficial, llevada a cabo hace más de un siglo por Pfaff, y que muy lejos de poder aspirar a ser definitiva, sólo alcanza a dar una versión general y aproximada de la original e interesante creación del «último trovador». Impelido por tal hecho, U. Mölk ha contribuido en parte, con una escueta y competente edición de las Cansos de G. Riquier, a colmar tan lamentable laguna.
Análoga es la situación de Bertolome Zorzi, de quien existe una edición de Levy, del año 1883, lo que desgraciadamente dispensó de reeditar el texto íntegro a Bertoni, (I trov., p. 114), quien se limita a proponer alguna enmienda y a examinar las propuestas de Rohleder, Zu Zorzi’s Gedichten, Halle 1885 (v. pág. 456 de la citada obra de Bertoni). Los trovadores Freire Menor, Guilhem d’Ieiras, Johan Esteve de Bezers, Raimon Gaucelm, Peire Espanhol, etc., por no hablar de las piezas religiosas anónimas (hic, núms. 53-55) no se encuentran en situación más favorable.
 
3. Si a estas consideraciones se suma la falta de estudios exhaustivos e imparciales sobre la lírica religiosa provenzal (cf. hic, § 33-38) resulta obvia la impelente necesidad de suplir tal deficiencia. Por otro lado, junto a ediciones mediocres o de difícil acceso, existen ediciones ejemplares, y no tan raras, de varios trovadores que han escrito poesías religiosas, lo que al parecer haría superflua otra edición. Como solución se ofrecería, a primera vista, un compromiso: publicar las obras que no hayan sido editadas convenientemente o no sean ya comunes, limitándose por lo demás a hacer referencia a alguna edición competente de las poesías que la tengan. Este compromiso dejaría inconsiderado un factor importante, el de la dispersidad de las obras religiosas: las 55 poesías que, según criterios que se exponen en el § 37, componen la presente edición pertenecen nada menos que a 30 trovadores, lo que de por sí solo hace recomendable la edición conjunta de la producción de tal género.
 
4. Para establecer el texto de la edición han sido consultadas fotocopias de los manuscritos conocidos. Si en algún caso esporádico, como en el núm. 53, por diversas razones, no fue posible tomar en consideración algún códice, se anotó convenientemente en las notas de las respectivas poesías esa omisión. De los códices CIKMR de la Biblioteca Nacional de París fue consultado además el original, especialmente para los pasajes que en la fotocopia no aparecían nítidos.
 
5. Como base para la edición ha sido adoptada generalmente la grafía de C, aun cuando se haya preferido a veces seguir la versión de otro manuscrito, cual es el caso e. g. de Dieus, vera vida, verays (hic, núm. 41), en que C ofrece un texto imperfecto. Para la poesía Domna, del angils rehina (hic, núm. 44), en que han sido mutiladas en C tres estrofas, se tomó como base gráfica ese códice para las estrofas en él legadas intactamente, adoptándose la de R, manuscrito de tradición estrechamente ligada a la de C, (cf. Avalle, Lett. med., p. 95) para las demás estrofas. Similar es el procedimiento seguido con Vera vergena Maria (núm. 43), en que, si bien C ha sido deteriorado en los versos 31-34, mientras que T está incólume, ha servido de base C.
 
6. Este modo de obrar no es producto de un capricho, sino que obedece a detenidas reflexiones: aun admitiendo que el copista de C haya modificado según su fantasía e inspiración el original de algunos pasajes en que el sentido no era fácilmente desentrañable o la fuente era deficiente, como en Vers Dieus, el vostre nom e de sancta Maria (hic, núm. 15, v. 35-36) o en En chantar d’aquest segle fals (hic, núm. 37, v. 32-33; cf. además Mouzat, Gaucelm, p. 21; Avalle, Lett. med., habla en cambio de la «solerzia e diligenza del copista di C»), hay que reconocer que las fuentes por él utilizadas son en general excelentes, y que se sirve además de una ortografía bastante homogenizada, lisa y consecuente (cf. Appel, Prov. Inedita, p. V; Mölk, Cansos,  p. 16), a lo que se suma que el número de cantos registrados en C (unos 1.200, P. C., p. XII), es mayor que el de cualquier otro manuscrito provenzal. Estas prerrogativas deberán tenerse en consideración al tratar de unificar la ortografía provenzal antigua, empresa ésta, si bien ardua y delicada, deseable y poco menos que imprescindible desde el momento en que se piense en un Thesaurus de la lengua de los trovadores. (Sobre un proyectado Corpus de los trovadores cf. Aramon y Serra, Le projet de Corpus des troubadours ... en Actes et mémoires du IIe Congrès, p. 8-12).
 
7. El códice R, que, no obstante la repetida confusión de casos que en él se observa, compite en calidad —y en esto difiero del juicio de Mouzat, loc. cit., quien afirma que «Le manuscrit R, qui a dû avoir de mauvais modèles, abonde en vers faux et en passages corrompus ou laissés en blanc»— y aun casi en cantidad (1.090 poesías, P. C., p. XX) con C, tiene la desventaja de no estar tan bien conservado, con lo que resulta a veces penoso en extremo descifrar exactamente el texto, por no hablar de las lagunas que en él se encuentran, lagunas que dan testimonio, por otro lado, de la concienciosidad del copista.
 
8. Sigue en importancia, en cuanto al número de canciones transmitidas, el códice D (1.045 poesías, P. C., p. XII) que, por más que se deba a la mano de minucioso copista, adolece de muchas inconsecuencias gráficas, lo mismo que el grupo IK, cuyo patrimonio versa sobre las 860 poesías (ib., p. XV-XVI). Los demás manuscritos no entran en consideración para estos efectos, a no ser A (626 poesías P. C., p. X), que, no obstante algunos inconvenientes que presenta (Mouzat, Gaucelm, p. 21 cita la falta de simplicidad y la pesadez de su grafía; no he podido consultar J. Monfrin, La graphie du chansonnier «A», en Actes et mémoires du IIe Congrès, p. 61-63, por faltar esas páginas en el ejemplar de que dispongo), ocupa el primer puesto en la serie de códices provenzales, ordenados, como se sabe (Bartsch, Gr. prov. Lit., p. 27), de acuerdo con el valor aproximativo que se les atribuía (cf. Mouzat, loc. cit.).
 
9. Si, de acuerdo con estas consideraciones, sería pues justificado tomar el códice C como base gráfica para todo el patrimonio provenzal, más lo es para el presente estudio, como se podrá deducir del cuadro que viene a continuación.
A la cabeza está C, con 41 poesías de 55. Sigue R con 23, IK con 10 cada uno, d con 7, Da¹ con a cada 5, MSg con 3 cada uno, EPZafcon a cada 2, y AFGJNSTYe, lo mismo que Fi* KgSi* Vt* x* z* y que w* con una poesía cada uno.
Trece composiciones de las 55 nos han sido legadas sólo gracias a C, el cód. Sg tiene 3 unica y a fz* a cada unicum. Si algún códice podía servir pues de base gráfica, lo era ciertamente C.

 
 
10. En el texto de las poesías se han introducido, de acuerdo con el uso de otros críticos (cf. e. g. Mölk, Cansos, p. 17), respecto a la versión de los manuscritos, las siguientes modificaciones:
Separación de palabras escritas juntas «erróneamente» y, viceversa, unión de las separadas «indebidamente».
Las abreviaturas han sido resueltas, sin que se señale esto explícitamente, a no ser que se trate de siglas «anormales».
Se hace distinción entre u y v, aun cuando falte en los códices; τ ante consonante se interpreta como e, ante vocal como et (Mölk, Cansos, interpreta en este último caso ez, siguiendo el parecer de otros críticos, cuyos argumentos no es cuestión de poner ahora en tela de juicio).
Las adiciones conjeturales de una o más palabras se ponen entre corchetes; las letras que hayan sido añadidas pueden deducirse del aparato crítico.
Las lagunas no suplidas por conjetura se indican con varios puntos entre corchetes.
Se colocan, siguiendo criterios sintáctico-semánticos no fijos, los signos ortográficos que parecieren convenientes, y se normaliza el uso de las mayúsculas.
 
11. Para el aparato crítico —donde se notará alguna inconsecuencia, originada por razones técnicas, en el tratamiento de las abreviaturas en los manuscritos— me he guiado por el siguiente criterio: anotar toda variante de importancia, es decir, que no sea debida a características meramente gráficas de los respectivos códices.
En los pasajes en que el sentido no era unívoco o patente he sido más minucioso, prefiriendo pecar de prolijidad. De la misma manera he procedido en los casos en que un manuscrito ofrecía un solecismo, cual la confusión del recto y el oblicuo, o cuando la variante se refería a letras que, o bien cabía interpretar como mera diferencia gráfica, o bien podían encerrar un matiz semántico, cual sería p. e. etz por es. Han sido registradas variantes, pequeñas a primera vista, si podían servir de material para explicar algún fenómeno fonético de importancia o para confirmar alguna forma gramatical escasamente documentada.
Con este modo de proceder ecléctico, que implica el riesgo de omitir factores que podrían revestir importancia para el estudio de determinados fenómenos, como las características gráficas de algún copista o, en casos dados, de la dependencia del arquetipo, me distancio del principio seguido por diversos críticos, cual Mölk, quien, en la citada edición Cansos anota también las variantes meramente gráficas, «Um einen Eindruck von der Graphie von R zu geben» (cf. p. 18 de su edición); M. de Riquer, en su competente edición de Cerverí de Girona, consigna igualmente «todas las variantes, incluso gráficas, de las fuentes no básicas, de modo que a través del aparato crítico se pueden reconstruir todas las versiones manuscritas de todos los textos de Cerverí» (p. XV). El punto de vista de Mölk y de M. de Riquer está justificado para las respectivas ediciones, por no implicar un entorpecimiento de la consulta, dados los escasos códices que legan la producción de Guiraut Riquier y de Cerverí de Girona. Las Cansos del primero han sido transmitidas únicamente por C y R; de las 119 composiciones que figuran en la edición de M. de Riquer como patrimonio de Cerverí de Girona, 102 se conservan únicamente en un códice, mientras que 12 figuran en dos (en C y R los números 60, 62, 104 -112, en Urg y Ven el número 115 de la edición de M. de Riquer) y cinco en tres códices, en Sg, C, R (números 63, 76, 91, 101, 102 del mismo libro). Aun en estos casos cabe dudar de que sea muy ventajoso tal procedimiento, por ser hoy en día mucho más práctico y fácil, sea para la finalidad de Mölk, sea para la de M. de Riquer, requerir una fotocopia de los códices.
Tanto más valen estos reparos para el aparato crítico de la presente edición, en la cual, dada la abundante tradición de algunas poesías (e. g. números 9, 10, 14, 37, 41, etc., cf. cuadro de § 9), el apuntar todas las variantes gráficas hubiera supuesto una labor poco menos que superflua que habría entorpecido además innecesariamente la consulta de las variantes.
 
12. En el aparato crítico se registran las divergencias entre el texto de la presente edición y el de otras anteriores que hayan sido tomadas en consideración al establecer el texto (se ha tenido en cuenta por lo menos una edición —crítica—, de preferencia la última) siguiendo en ello el principio de la parquedad establecido para las variantes de los códices, y anotando tan sólo las diferencias relevantes.
Se hace caso omiso de las diferencias gráficas derivadas de una actitud diversa, por parte de los editores, frente a la grafía de los códices (cf. e. g. el tratamiento de u semiconsonante: uolers de Pfaff frente a volers, hic, núm. 30, 1; en el núm. 21 me distancio notablemente, sin indicarlo en el aparato crítico, de la subjetiva grafía de Kolsen, quien modifica la versión de C repetidamente, cf. las notas correspondientes.
Se buscarán igualmente en vano errores manifiestos de algún editor anterior que hayan sido corregidos por otros críticos (e. g. 22, 54-55, que en Pfaff rezan: Filla del uostre filh maire, del uostre paire comfraire y que Mölk, Cansos, pp. 58 y 60 corrige y comenta). La diferente puntuación, en el caso de que implique una diferencia interpretativa, figurará en la BIBLIOGRAFÍA del poema respectivo donde se apuntarán las correcciones de las reseñas, siempre y cuando hayan sido utilizadas (e. g. núm. 11).
 
13. La ATRIBUCIÓN me ha parecido el lugar indicado para inserir el título de la correspondiente poesía que figure en los manuscritos: En la mayoría de los casos falta toda indicación al respecto; en otros, el copista se limita a citar el género al que pertenece la composición —como acontece con el número 37, para el que el códice C indica que es una antifena— o se halla reseñada, junto al nombre del autor y tema de la poesía, la fecha de composición y el orden numérico que corresponde a la pieza respectiva dentro del repertorio del poeta (núms. 24 y 26) y aun la circunstancia que movió al trovador a componer una poesía (hic, núms. 33 y 49).
 
14. Sobre la indicación del autor en los códices hay que premitir igualmente una aclaración: sería ilusorio pensar que en los manuscritos figurará unánimemente el autor que en la edición precede a la poesía. En varios casos es atribuida en cada manuscrito o grupo de manuscritos a autores diversos, en otros hay incluso incongruencias en un mismo manuscrito (como en Vers Dieus, el vostre nom e de sancta Maria, hic, núm. 15, que es atribuida por el registro de C a Falquet de Romans, mientras que en el epígrafe se cita como autor a Folquet de Marselha), o se omite consecuentemente cualquier referencia sobre el autor, como en los cantos del códice Sg, que nos ha sido legado anónimamente en su integridad.
En la ATRIBUCIÓN de las respectivas poesías se señala la falta de indicación de autor, la unanimidad o disconformidad de los códices al respecto, y, someramente, la bibliografía que atañe a ese punto.
A falta de una exposición detallada sobre la fecha de composición de las poesías religiosas, los escuetos datos biográficos podrán facilitar una enmarcación cronológica aproximada.
 
15. Una breve advertencia sobre la música de las poesías, conservada principalmente gracias al manuscrito R: una nota que seguirá en la ATRIBUCIÓN inmediatamente a la sigla del respectivo códice (e. g. R, con melodía) servirá de indicio para constatar que nos ha sido legada la melodía. El copista ha trazado tetragramas para todas las poesías de la presente edición que figuran en R —aun cuando en muchos casos no haya sido anotada la solfa— salvo para los números 41, 42 y 53. Sobre el patrimonio musical de los trovadores se podrá consultar H. Anglès, Les melodies del trobador Guiraut Riquier, Estudis Universitaris Catalans, vol. 11; W. Bittinger, Studien zur musikalischen Textkritik des mittelalterlichen Liedes, Würzburg, 1953; F. Gennrich Der musikalische Nachlass der Troubadours, en Summa musicae medii aevi, t. III y IV Darmstad 1958 y 1960; R. Monterosso, Musica e ritmica dei trovatori, Milán 1956. En la bibliografía del poema me limito a indicar el número correspondiente de la citada obra de Gennrich.
 
16. En lo que concierne al número y orden de estrofas en los diversos manuscritos: si no se hace observación alguna al respecto, podrá deducirse que el ms. o mss. no difieren de los adoptados en la edición.
A la somera indicación sobre el esquema métrico y la forma estrófica sigue la cifra correspondiente del Répertoire métrique de Frank, tomo primero.
 
17. No se interpretará como una violación al principio de presentar el texto lo más expedito posible, el que preceda a cada poesía, aunque no figure así en el original, el íncipit de la misma, mera anticipación del primer verso, que se juzgó conveniente ponerlo, a manera de epígrafe, a continuación del nombre del autor (se deja el nombre provenzal, a diferencia de cuanto hace e. g. Milá y Fontanals, De los trovadores, y coincidiendo generalmente con M. de Riquer, Resumen), lo mismo que a la cabeza de cada página, con el objeto de facilitar la consulta del libro. Al epígrafe sigue, entre paréntesis, la sigla numérica que corresponde a cada poesía en la Bibliografía de Pillet Carstens (P. C), que, como es sabido, se atiene a las normas dispositivas fijadas por Bartsch, Grundriss der provenz. Literatur, de donde proviene la abreviatura, antes más muy usual, de Gr = Grundriss (Frank en su Répertoire métrique se guía por el mismo principio dispositivo, que, en sus rasgos esenciales, puede considerarse definitivo). Por ser esa una obra fundamental, e imprescindible para cualquier estudio de crítica textual sobre los trovadores, bastará remitir a ella, sin necesidad de aducir en este trabajo el material bibliográfico registrado en ese libro.
 
18. Las siglas de los manuscritos se basan pari modo en la Bibliografía de P. C, donde se encontrarán, a partir de la p. X, por orden alfabético, y distinguiendo entre siglas en mayúsculas latinas (reservadas originariamente a los pergaminos, P. C., p. VII), siglas en minúsculas latinas (manuscritos en papel, ib.) y siglas en minúscula griega (citas de obras o manuscritos que tienen pocas poesías provenzales, ib.) los datos necesarios para ubicar los códices. Por razones prácticas me he distanciado en algunos casos de las normas marcadas por P. C, introduciendo siglas que en él no figuran, distinguiéndolas en la lista de siglas del § 40 con un asterisco.
 
19. He renunciado a exponer para cada poesía la dependencia que media entre los diversos códices, prefiriendo remitir a la exposición y determinación de las relaciones existentes entre las varias familias de los códices, labor ésta minuciosamente llevada a cabo por G. Gröber, Die Liedersammlungen, en Rom. Stud. 2, (1877), p. 337 ss. (cf. también Avalle, Lett. med., pp. 83-128). Si en alguna edición de las cotejadas figurase el stemma de los manuscritos de las poesías editadas en el presente estudio, se hará la oportuna mención en las notas.
 
20. La traducción que sigue a las poesías tiene como única mira servir de pauta a los estudiosos menos entendidos en provenzal. Para los pasajes de traducción dudosa convendrá consultar las notas del comentario, donde posiblemente se insinúen otras interpretaciones. Otra función de las notas consiste en explicar las formas o construcciones relevantes y advertir sobre las anomalías gramaticales, sin que se pretenda en modo alguno ser exhaustivo. Además se ha aducido en ellas material que pudiera confirmar una conjetura o poner en evidencia un lugar común o relaciones entre diversas poesías.
 
20 bis. En el brevísimo glosario se apuntan las voces o formas o acepciones poco comunes o que han sido objeto de una mención especial en el comentario. Se incluyen en el glosario también los nombres propios que figuran en los poemas.
Se ha procurado reducir a lo indispensable la bibliografía —o mejor dicho lista de obras citadas—, cuya utilidad no quedará afectada por alguna inconsecuencia en el uso de títulos abreviados; para las ediciones anteriores de las poesías del presente estudio se remite a P. C. y a Frank, Répertoire. ()
 
 
 
INTRODUCCIÓN
 
TROBAVA VOLONTIERS DE DIEU
 
21. En la vida provenzal de Lanfranc Cigala (1), compuesta en gran parte de tópicos que se repiten en varias composiciones del mismo género (2), el biógrafo ha escrito una frase que, en su calidad de única, reviste un especial interés: ... e trobava volontiers de Dieu. ¿Implica esta aserción un proprium de Lanfranc? Hacia tal explicación se inclina Lowinsky al afirmar que tal caso es una excepción (3). Nostredamus, que completa con datos sacados sea de la obra literaria de los trovadores, sea de documentos a nosotros desconocidos, sea de la fantasía (cf. Chabaneau, Jehan de Nostredame p. (117)-(119) las indicaciones someras de la vida, glosa ese pasaje relatando que «Il a faict plusiers chants à l’honneur de la Vierge Marie» (4). Y por cierto que la glosa es en ese caso más exacta que la vida: de los 30 cantos —y dos coblas— que constituyen el patrimonio del poeta genovés, cuatro son religiosos (núms. 37, 38, 39, 40 de la presente edición). A excepción de Pensius de cor (núm. 40), en que el vate expresa el arrepentimiento de sus culpas, meditando sobre la caducidad de la vida y la infalibilidad de la muerte, las otras son netamente canciones dirigidas a la Virgen.
 
22. ¿Habrá que interpretar pues de Dieu en el sentido más amplio de «religioso»? Intentemos explicarlo tomándolo al pie de la letra. Se presentan dos interpretaciones: la primera sería pensar en que la tradición de la obra de Lanfranc Cigala es incompleta, lo que no sería de extrañar si se considera cuán avara ha sido la suerte con tantos trovadores, de quienes apenas si conocemos el nombre (5). Parecería confirmar esta opinión el hecho de que la vida indica que et aqui son escriptas de las soas cansos, con partitivo. Pero esta base sería muy débil: el apéndice et aqui ... cansos, además de ser un tópico, falta en el manuscrito  —lo mismo que en a— que nos ha transmitido más canciones de Cigala que IKdρ, en que figura, y en los cuales estaría de todos modos justificado. Mas tampoco  puede tener pretensiones de ser completo, por faltar en él poesías que la unanimidad de los códices atribuye a Lanfranc Cigala (Branciforti, Lanfranco, núms. 1, 2, 17, 26, y dos fragmentos, ib., 31 y 32).
Aun admitiendo, basándose en ese o en otro argumento, que el cancionero cigaliano nos haya llegado incompleto, no podríamos adquirir la certidumbre de que faltan precisamente poesías religiosas, y no más bien profanas, sin que pueda sacarnos de esa incertidumbre la aserción de Nostredamus de que Lanfranc «En sa jeunesse fu amoureux de Berlenda Cybo, gentilfemme de Provence ... pour laquelle feist maintes bonnes chansons et mesmement es choses spirituelles» (Chabaneau, Jehan de Nostredame, p. 82).
 
23. La frase trobava volontiers de Dieu se encuentra, con alguna variante, en todos los códices que nos han legado la vida de Lanfranc Cigala, IKaa¹dρ (en Boutière, op. cit., IKa’’a’dρ). En lugar de trobava, Kaa¹dρ tienen troba; el valor del testimonio de ρ es exiguo, por tratarse probablemente de una copia tardía de K (P. C., p. XXXV; Boutière, op. cit., p. XVIII dice que es un «texte très voisin de K»); a y  pueden considerarse respecto a la vida casi como una versión única (P. C., p. XXV); d parece basarse en I o en K (P. C., p. XXVII; Branciforti, Lanfranco Cigala, p. 41, lo hace depender de K, siguiendo a Bertoni, I trov., p. 193, y 316 nota; para Boutière, op. cit., p. 2 XVII, es, como ρun «texte très voisin de K».). Quedarían pues I por un lado, con la versión trobava, y Ka¹ por otro, con troba. De estos códices, I y K son tan similares en general y coinciden tan perfectamente en lo que se refiere a la selección y orden de las poesías (P. C., p. XVI), que no es de extrañar que se haya pensado en que uno sea copia del otro, aunque sin fundamento (P. C., p. XVII).
Si consultamos las ediciones críticas de Favati, Biografie, p. 337 y Boutière, Biographies, p. 569, vemos que ambos críticos adoptan la versión trobava, éste sin comentario al respecto, aquél advirtiendo que «I ha l’imperfetto trobaua, che adottiamo per la maggiore scorrevolezza, anche se si trata di una probabile correzione» (p. 470).
 
24. Paleográficamente podría suponerse que la base haya sido trobaua uolentiers, de la que, por haplografía, habría resultado troba uolentiers. Pero las condiciones para una haplografía no son en este caso muy favorables. El hecho de que la lectura troba se encuentre en manuscritos que, al menos para la vida, se sirvieron de fuente diferente —, a diferencia de Kad, omite la ciutat de y Et aqui son escriptas de las soas cansos— lleva a admitir por lo menos otro eslabón en la tradición de la vida, en el que figuraría ya la forma troba (para el stemma de las vidas cf. Favati, op. cit, p. 31, Boutière, op. cit., p. XXXI ss.).
Si el stemma delata la forma troba como más cercana al original, semánticamente se esperaría antes que un indefinido un imperfecto, que expresaría el matiz de la iterabilidad o costumbre concomitante a volontiers de esa frase, lo que explicaría a suficiencia la «corrección» trobaua de I.
 
25. Según Favati, op. cit., p. 470, troba es un francesismo o venetismo por trobet, lo que no es corriente en la poesía provenzal, si bien se encuentra a menudo en las vidas. Los italianismos, francesismos o venetismos a que alude Favati se reflejan en varios aspectos de las vidas (cf. Favati, op. cit., p. 105 y pp. 513 ss., Boutière, op. cit., p. X-XI). En las páginas XXXIX-XLIV de la obra de este último autor se dedican algunas consideraciones al respecto, siguiéndose en líneas generales lo expuesto por el mismo Boutière en el artículo: Les 3e personnes du singulier en A des parfaits de Ire conjugaison dans les «Biographies» des troubadours. En este artículo se informa que existen más de 200 casos de tales perfectos en -a en las vidas, si bien «on ne peut pas toujours affirmer que telle forme en -a est un indicat. prés. ou un parfait, et qu’il faut lire: cánta ou cantá, coménsa ou comensá; mais de tels cas ne sont pas fréquents» (p. 2). Llega a la conclusión de que la versión original era sin -a, que es la de los mss. A y B (p. 7), y que en el siglo XIII algún copista, bajo influencia de su lengua materna, y en momentos de distracción o cansancio introdujo esa forma de perfecto (pp. 6 y 7). Como lugar de origen de esa copia se supone la región veneciana (ibid.). También para Boutière, pues, que conoce otros textos en los que figura esa forma (p. 1), el indefinido en -a de las vidas tiene preponderantemente origen dialectal.
Según Ronjat, Grammaire istorique, § 571 el pret. indef. normal en prov. ant., Iª conj. es -ai, -ast, -a, -am, -atz, -aron ~ -ei, -est, -et, -em, -etz, -eron; admite ese autor que para el indefinido de la 1ª conjugación «les formes en -a- ont été de bone eure évincées (sauf en …dial., ...) par les formes de II, sous l’influence des continuateurs très usités de stetī, dedī, -it-, substitution favorisée par le fait que 4. -am et 5. -atz faisaient confusión avec le prés.» (§ 570; cf. también W. Meyer, Beiträge zur romanischen Laut- und Formenlehre, ZrPh 9, 238-239).
 
26. Pueda ser muy bien que, a rasgos generales, haya que enfocar el problema desde el punto de vista de Ronjat, y que las formas del indefinido en -a hayan sido en provenzal tan genuinas como las que terminan en -et, consagradas por el uso de los trovadores; en el caso de las vidas —y en vista de que la frecuencia de tales formas en estos textos es «infiniment supérieur à la somme de celles que l’on trouve dans d’autres œuvres provençales du moyen âge» (Boutière, Les 3e personnes, p. 2)— podemos admitir sin embargo factores externos, cual influencia dialectal, por más que no sea explicación satisfactoria la del cansancio o distracción del copista, sobre todo para las frases en que figuran varios indefinidos en -a juntos (e. g. asega borcs e chastels e pres térras e derroca et ars et abrassa, Boutière, Biogr., p. 113), ya que supone más esfuerzo y concentración modificar sistemáticamente que copiar.
La distracción no explicaría más que casos sueltos, debiéndose buscar, por lo demás, otras causas, bien en la intentio del copista, bien en el autor del original o en interpolaciones posteriores.
 
27. Quisiera insinuar un aspecto de la posible poligénesis de ese fenómeno: en algunos casos, la forma en -a estaría ya en el original, y habrán sido precisamente los códices A y B los que han modificado la lectura, adaptándola a una forma que parecía más genuina. Con esto no se afirma que Uc de Sant Circ, autor de varias vidas (cf. Boutière, Biogr., VIII) se haya servido del pretérito indefinido en -á, pues bastaría recurrir a sus poesías, donde no se conoce tal indefinido, para quitar fuerza a la afirmación. Creo más bien que, en más de un caso, nos encontraremos, no ante una forma de indefinido, sino de presente. Boutière ya alude a esa posibilidad, aunque advirtiendo que no son frecuentes esos casos (p. 2), y pensando probablemente en un presente histórico, y no en una forma de presente con función de presente, que es al que yo me refiero, sin excluir, claro está, el otro.
 
28. Es cierto que de esa manera tampoco queda explicada la coexistencia de ambas formas, en -a y en -et en una misma frase, y que surgirían incluso nuevos problemas sobre la fecha de composición de las vidas, sobre la interpretación de los incontestables casos de indefinido como fos, con que suelen comenzar las vidas, etc.
Pero ya que no hay ninguna razón para suponer que Uc de Saint Circ, que aprendió los faich e·ls dich dels valens homes e de las valens domnas que eron al mon, ni eron estat (Boutière, Biogr., p. 238, 4) se limitase en su colección a las vidas de los trovadores antiguos —de los que eron estat— sino que considerase también a sus contemporáneos —a los que eron— es natural y lógico que figuren tiempos de presente, al menos para aspectos que todavía existían al momento de confeccionar la vida. Podemos sentar casi como seguro que, al menos una vez introducido el uso de presentar para el auditorio al autor de las poesías que iban a ser recitadas —pues tal es, según Boutière, Biogr., Introduc., una de las causas del origen de las vidas— se haya generalizado también a los trovadores que aun vivían.
Un indicio de que en algunas de las formas en -a que se tienen por indefinido se esconda en efecto un presente podría descubrirse en el hecho de que, según anota Boutière, Les 3e personnes, p. 3, «les vidas des troubadours les plus anciens en sont exemptes» (del indefinido en -a); pues sería normal que el biógrafo, refiriéndose a personas ya muertas, no usase el presente, a no ser el histórico.
El biógrafo omite en muchas de las vidas toda indicación sobre la muerte del correspondiente trovador, lo que puede tener su explicación en el hecho de que, al escribir el relato, todavía no había muerto el respectivo trovador. Como punto de partida para el estudio bajo este aspecto de las formas en -a con función de presente o de indefinido parece que han de ser más aptas las vidas en las que se da por muerto al trovador, pudiéndose esperar en tal caso que falten esas formas, a menos que se pongan en función otros factores, cual la interpolación, la reelaboración, la generalización, etc. De especial importancia serán los casos en los que en alguno de los manuscritos figura, como lectio difficilior, alguna forma de presente, como sab de I por saup de K (Boutière, Biogr., p. 559: «saup (I sab) ben far coblas e sirventes e chansos»), o las variantes confina - confinaua (ib. p. 531 y 533).
 
29. Volviendo a la biografía de Lanfranc Cigala: Si admitimos con Favati, Biogr., p. 470, que trobaua de I es probablemente una corrección basada en troba y aplicamos provisionalmente esta opinión no comprobada, podemos suponer que troba es presente, y no indefinido. Con ello habría que datar la vida de Cigala antes del 24 de septiembre de 1258, año en que consta como muerto (Branciforti, Lanfranco, p. 20). Apurando el razonamiento podríamos ver en la diferencia de tiempos una prueba de la teoría —admitida por Branciforti, op. cit., p. 63-64 por razones internas de la obra del trovador— de que hubo una separación cronológica entre la actividad trovadoresca mundana y la religiosa de Cigala:
 
e s’anc iorn chantei de follia
ni fis coblas d’amor savaia,
ar vueill virar tota m’ententa
e chantar de vostr’amor fina
(Núm. 38, 4 -7 de la presente edición).
 
Acaso fuera también lícito sacar de la diferencia de tiempos de los códices conclusiones sobre su cronología o la de sus fuentes o deducir que al copista de I le había llegado a oídos la presunta muerte trágica —«luy et son compagnon (duquel je n’ay sceu trouver le nom) furent massacrés pres de Morgues ... par quelques assassinateurs et sycaires, que fut en l’an 1278...». (6)
 
30. Dejando las hipótesis, partamos del hecho de que Lanfranc Cigala figura en todos los códices de la vida como trovador de Dios. ¿Será lícito tomar como presupuesto que los copistas hayan procurado corroborar los datos de la biografía, máxime sobre la actividad literaria de los trovadores, con ejemplos? No es fácil dar una respuesta generalmente válida y exacta a esta pregunta, en vista de la diversidad de pareceres sobre la veracidad de las aserciones de las vidas y su dependencia —verificada para las razos— de la producción de los trovadores, o su independencia de ella. (7)
Refiriéndonos concretamente a la afirmación tan singular de que Lanfranc trobava de Dieu, sería de suponer que los copistas la hubiesen tenido en consideración en sus colecciones. En efecto, IKa¹d cumplen con esta suposición: las cuatro poesías de Lanfranc tomadas comúnmente por religiosas se encuentran en ellos. ¿Y ρ? Las cuatro faltan en él. Una explicación la tenemos si consideramos que ρ se ha limitado a coleccionar vidas y cantos de cruzada (P. C., p. XXXV). Y cantos de cruzada son las dos poesías de Lanfranc Cigala que nos ha legado ese códice: Quan vei far bo fag plazentier (ρ 21v) y Si mos chanz fos de ioi ni de solatz (ρ 20v).
 
31. Pero, —y con esto abordo la segunda interpretación literal del unicum de la vida: trobava de Dieu— ¿no habrá que incluir entre las poesías sobre Dios al menos parte de los cantos de cruzada? Anglade (8), hablando de la lírica religiosa de los trovadores dice que «Ces chants de croisade seront pendant longtemps à peu près les seules compositions inspirées par la religion». No cabe duda de que los trovadores tenían conciencia de que predicaban la causa de Dios al componer tales poesías; basta recordar los lugares comunes cual:
 
car Dieus nos ditz que l’anem lai servir,
on el fo mortz per nos dampnatz garir
(Mouzat, Gaucelm, núm. 58, v. 22-23)
 
o los versos 28-29 del mismo canto:
 
Qui per Dieu vai l’aver e·ls cors despendre
de Paradis l’er uberta la via,
 
o el inicio de otra canción del mismo poeta:
 
Ara nos sia guitz
lo vers Dieus Jhesus Cristz
(Mouzat, Gaucelm, núm. 55, v. 1-2).
 
Marcabru, cuya familiaridad con la religión ha puesto de relieve Errante (9), comienza un canto de cruzada con las palabras:
 
Pax in nomine Domini!
 
para seguir más adelante:
 
ab sol que vengem Dieu del tort
que·ill fan sai, e lai vas Domas.
 
Giraut de Bornelh anuncia su μετάνοια, su conversión hacia Dios, precisamente en un canto de cruzada:
 
A l’onor Deu torn en mo chan
don m’era lonhatz e partitz,
(Kolsen, Giraut de Bornelh, 60, v. 1-2)
 
La idea de que los cruzados estaban sirviendo a Dios se manifiesta igualmente en la siguiente cita, sacada al azar:
 
c’al servizi Deu no van
de paias e d’avol gen
desliurar lo monimen
(Kolsen, ib., 1, 22-24)
 
o en esta otra:
 
E cilh s’aiuden que no·i van
per que Deus sia melhs servitz!
(Kolsen, ib., 60, 45-46). (10)
 
La muerte que acaeciere en tal servicio no debe causar temor: Non deuria esser hom temeros / de suffrir mort el servizi de Dieu (Rayn., Lex., 5, 211, 6), ya que esa muerte depara el paraíso:
 
Nostre Senher nos mand’e·ns ditz a totz
qu’anem cobrar lo sepulcr’e la crotz:
e qui volra esser de sa companha,
moira per lui, si vol vius remaner
en paradis, e fassa son poder
de passar mar e d’aucir la gen canha.
(Bartsch, Chrest., 140, 6-11)
 
Para Pons de Capdueil las cruzadas son un nuevo camino que Dios ha mostrado para que la gente se salve:
 
Er nos sia capdelhs e guerentia
selh qui guidet tres reis en Betleem,
que sa merces nos a mostrat tal via
per que’l peior venran a salvamen
que lo segran de bon cor leyalmen.
(Mahn, Werke, t. 1, p. 356, v. 1-5)
 
En otro canto de ese mismo poeta que comienza:
 
En honor del Paire en cui es
totz poders e tota vertatz
et el Filh totz sens e totz gratz
et el sanh Esperit totz bes
devem creire l’un e totz tres
(Mahn, Werke, t. 1, p. 353, v. 1-5)
 
se encuentra el tema de que la cruzada purifica de las culpas:
 
Qui fai la crotz mout l’es ben pres,
qu’el pus valens e’l pus presatz
er si reman flacx e malvatz,
e’l pus avols francx e cortes,
si va, et no’l falhira res,
ans er del tot mons e lavatz,
e ja no’l cal tondre ni raire
ni en estreg orde mal traire,
que dieus lur sera vers guirens.
(ib.,v. 25-33)
 
32. Los argumentos que debían mover a hacerse cruzados son en parte los mismos que los usados en las poesías netamente religiosas:
 
et ab la crotz delitz tortz e feunia
nostre senher qui ac franc chauzimen
del bon lairo, e’l fellon fetz dolen,
e perdonet Longi qui’s repentia
(Mahn, Werke, t. 1, p. 354, v. 21-24)
 
canta Pons de Capdueil, no difiriendo mucho de Peire Guillem de Luzerna que argumenta:
 
                  … Pero cant me·n sove
com a Longi fon de perdons leugiers
e al lairon, son de preiar frontiers.
(hic, núm. 46, v. 42-44)
 
En el canto de cruzada En honor del Paire en cui es, citado poco más arriba, se lee al final de la primera estrofa una confesión:
 
per qu’ieu dels mortals falhimens
qu’ai fagz en ditz ni en pessan
ab fals motz ni ab mal obran,
mi ren colpables penedens
(Mahn, Werke, t. 1, p. 353, v. 9-12)
 
que evoca nítidamente el inicio de la poesía: A Dieu, cuy es totz poders:
 
mi ren cofes, encolpatz:
fi totz greus peccatz [falhitz]
pessans, en faitz et en digz
(hic, núm. 19, v. 4-6)
 
La indignación de los trovadores de frente a los abusos de quienes buscaban la riqueza en las cruzadas corrobora la opinión de que éstas eran consideradas como una acción por la causa de Dios:
 
Qi, per Dieu gazaignar,
pren d’aitals desconortz,
ni per s’arma salvar,
ben es dregz, non ges tortz;
mas cel qi, per raubar
e per mal’acordansa,
vai per mar, on hom tan mal pren
em pauc d’ora, s’aven soven
qe, qan cuj’om pujar, deissen.
Mouzat, Gaucelm, núm. 56, v. 37-45)
 
33. Si, de acuerdo con esta interpretación, admitimos pues que los cantos de cruzada fueron tomados por cantos de Dios, debemos constatar que la frase e trobava volontiers de Dieu no es ningún propium de Lanfranc Cigala, sino que podría aplicarse igualmente a muchos otros trovadores.
Lewent, en su monografía sobre los cantos de cruzada provenzales no los incluye entre las canciones religiosas, no obstante el papel importante que en muchos de ellos juega la religión y los lugares sagrados, por ser varios los aspectos que se pueden resaltar, el moral, el político, el religioso (p. 366 s.).
 
34. Aun cuando no tuviéramos estos cantos por composiciones estrictamente de Dieu, el enfoque religioso que en ellos se observa es suficiente para desvirtuar la opinión de Lowinsky (11) sobre el ambiente poco favorable para poesía religiosa. Con el objeto de corroborar su punto de vista, este crítico aduce el hecho de que los trovadores se servían con fines profanos de comparaciones con objetos y personas sagradas. Y por cierto, que abundan las alusiones de este género, los parangones irreverentes y hasta blasfemos, con miras a encomiar a la dama o acatarse su voluntad. (12)
En muchos de los casos de irreverencia estamos ante clisés sin significado, que los trovadores intentaban vivificar por medio de innovaciones análogas, adaptadas en gran parte a las exigencias de la rima. (13) Pero, aun admitiendo la sinceridad de tales comparaciones, no hay que dar demasiada importancia a esas frases, que no bastan para sacar conclusiones sobre el ambiente más o menos apropiado para la lírica religiosa:
Aimeric de Belenoi, de cuya pluma proviene —por no elencar expresiones tan normales cual per Christ, per Dieu y similares—, la irreverente frase:
 
tan mi ten de joi nut
cilh que·m don deus vezer nuda
(Dumitrescu, Aimeric, 16, 15-16)
 
nos ha legado una poesía a la Virgen (hic, núm. 1), un canto de cruzada (Dumitrescu, Aimeric, 22), y una canción religiosa (hic, núm. 2). Giraut de Bornelh, autor de la preciosa alba profana, cuyo principio:
 
Reis glorios, verais lums e clartatz,
Deus poderos, Senher, si a vos platz,
al meu companh siatz fizels aiuda
(Kolsen, 45, 1-3)
 
es censurado de frívolo (14), compuso dos cantos de cruzada (Kolsen, Giraut 60 y 61), varios sirventeses morales (ib., 62-73) y uno de profunda religiosidad (hic, núm. 21).
Cabe observar los dos polos: junto a una producción que eleva a la dama hasta el grado de divinizarla:
 
Domna, Deus qu’es leials e vers
vos a dat pretz, honor e be
pro mais, que no retenc ab se
(Anglade, Les poésies de Peire Vidal, 8, 61-63)
 
aun a costa de la religión (15), halla su expresión otra que se sirve del proceso inverso, que aplica a personas divinas conceptos consagrados por la lírica profana.
 
35. Con todo ha sido Lowinsky quien ha contribuido a cambiar la opinión verdaderamente negativa de Diez (16) sobre la lírica religiosa provenzal, quien se limita a mentar al pie de la página una poesía en honor de los siete dolores de la Virgen (Romania, 1, p. 409 ss.), unas estrofas al Espíritu Santo (ib., 8, 211 ss.) y una canción mariana (Suchier, Denkm., 295 s.) Es cierto que «La religion n’eut point de part à la naissance de la poésie lyrique provençale», (Anglade, Guiraut Riquier, p. 283), pero sin embargo, «le développement de ce genre est du plus haut intérêt pour l’histoire des idées; il mérite mieux que le jugement trop sommaire de Diez» (ib.). Del capítulo quinto de la monografía de Anglade sobre Guiraut Riquier y de los estudios de Lerch, Trobadorsprache, y de Scheludko (17) se saca la conclusión de que entre la poesía profana y la religiosa ha habido estrechos vínculos, de modo que resulta arriesgado afirmar si encontraría más material quien estudiase la influencia de la lírica profana sobre la religiosa, o a la inversa.
 
36. De este intercambio de conceptos e interferencia de ideas nace precisamente la dificultad de distinguir netamente en casos concretos si nos encontramos ante una obra religiosa o ante una profana. Clásico es al respecto el ejemplo de la poesía Lanquand li iorn son lonc en mai (P. C. 262, 2), de Jaufré Rudel, en cuyo amor de lonh se ha querido ver a la Virgen (18). La obra de Folquet de Lunel ofrece varios casos en los que la cuestión de si se trata de lírica mariana o mundana no está dilucidada (19).
 
37. Libres pues del prejuicio de que el ambiente provenzal no era apto para la producción religiosa, que queda desvirtuado por los abundantes cantos de cruzada y por las sinceras oraciones que siguen a los planhs, —que no entrarán en consideración en este trabajo— intentaremos definir la lírica religiosa de la literatura provenzal antigua, fijando los criterios de selección que se han seguido en esta edición. Sin pretensiones de dar una definición de valor general, se entenderá por:
 
1) Literatura provenzal antigua: Las obras escritas en lengua de oc, comenzando cronológicamente por Guillem de Peitieu y terminando con Guiraut Riquier.
 
2) Lírica: Toda composición escrita en forma de estrofa, que se sirva de un esquema métrico determinado que lo aleje de la épica.
 
3) Obra religiosa: Toda composición que tenga por objeto a personas o cosas consideradas como sagradas o divinas, con la intención de honrarlas.
 
Con 1) se eliminan:
 
a) Las obras que como O re del cel (P. C. 461, 185) discrepan respecto al lenguaje de la lengua koiné de los trovadores (cf. D’Arco Silvio A., Überlieferungsgeschichte der altprovenzalischen Literatur, Turín 1964, en: Geschichte der Textüberlieferung der antiken und mittelalterlichen Literatur, II, p. 260-318, Zurich 1964, p. 264). Han sido incluidas sin embargo composiciones que, aun ostentando irregularidades lingüísticas, podían ser reducidas sin intervención de importancia al provenzal (núms. 45 y 54).
 
b) Obras anteriores al que se considera primer trovador provenzal, Guillem de Peitieu (cf. Diez, Leben und Werke, p. 3), cual sería la canción y el himno a María que reseña Bartsch, Gr. Prov. Lit., p. 10.
 
c) Obras posteriores al último trovador provenzal, Guiraut Riquier (Diez, ib., p. 408), v. g. las de la Escuela de Gay Saber, en cuyos certámenes estaban previstas las canciones a la Virgen junto a los sirventeses y pastorelas (cf. Bartsch, Gr. Prov. Lit., 48); las canciones anónimas (núms. 53-55) pudieran ser una excepción, especialmente la última.
 
Con 2) se excluyen las obras que no presenten un esquema métrico adaptable a las normas enunciadas por Frank en su Répertoire, (t. I, p. XX), cual serían las numerosas paráfrasis de textos religiosos (véase una lista de piezas no líricas en Frank, Répertoire, t. II, p. 194 ss.).
 
Para 3) no es fácil trazar líneas precisas y definidas —bajo «honrar» se entiende ‘alabar, servir, dar gracias, orar’ etc., quedando excluidos los correspondientes antónimos— debido a los muchos casos de afinidad cuantitativa o cualitativa entre lírica religiosa y profana. He aquí los principales:
 
a) Poesías de contenido predominantemente profano que insertan una plegaria, grupo al que pertenecen muchos planhs, cual Lo plaing comenz iradamen, de Cercamon (Riquer, La lírica, p. 90).
 
b) Poesías de contenido mixto, cual sería Cui bo vers, de Peire d’Alvernha (Monte, Peire d’Alvernha, 16), Ogan ab freg que fazia de Johan Esteve (Audiau, La pastourelle, p. 92).
 
c) Poesías dirigidas a personas humanas, pero que contienen alabanzas de personas o cosas divinas, como Reys castelas, tota res mor e fina, de Cerverí de Girona, composición titulada precisamente Canço de la Madona Santa Maria (Riquer, Cerverí, 47).
 
d) Poesías de carácter religioso-moral, cual el sirventés de Peire Cardenal Tartarassa ni voutor (Lavaud, Peire Cardenal, 74), Un sirventes novel voill comensar (ib., 36).
 
e) Poesías con conceptos propios de la lírica profana, pero que admiten una translatio, una interpretación figurada o alegórica, como p. e. Per amor e per solatz, de Folquet de Lunel (cf. hic nota (19); Eichelkraut, Folquet de Lunel, 3).
 
Tales obras «ambiguas» no han sido tomadas en consideración en este trabajo; lo mismo se diga de las coblas religiosas registradas en colecciones de carácter profano, cual las trece coblas esparsas de las Leys d’Amors (v. Frank, Répertoire, II, pp. 204-206 núms. 1, 2, 3, 4, 7, 8, 22-28), la serie de poesías religiosas Una spina·m fier (ib., p. 206, núm. 42), las 12 composiciones líricas religiosas del manuscrito extravagantes 268 de la Biblioteca de Wolfenbüttel, editadas por E. Levy, Poésies relig. (cf. Frank, op. cit., II, pp. 191-192).
Estos criterios de selección no dejan de ser aproximativos, pudiendo causar extrañeza que se haya tenido en cuenta e. g. Patz passien ven del senhor (h. núm. 17) o Qui vol savi viur’ (h. núm 55), dejando inconsideradas la canción a la Cruz: Dels quatre caps que a la cros (Lavaud, Peire Cardenal, 30) o Pos de chantar m’es pres talens (P. C. 183, 10), o los cantos de cruzada.
 
38. La sola mención global de tal cantidad de composiciones de inspiración religiosa que no han sido tomadas en consideración manifiesta que la presente colección no es, ni con mucho, exhaustiva, y basta para rebatir la tesis de la falta de ambiente apropiado para tal género de composiciones entre los trovadores, demostrando más bien «die engste Verbundenheit der Trobadordichtung mit der kulturellen Hauptsphäre der Interessen der mittelelterlichen Gesellschaft, dem Kultus, der religiosen Dichtung, der christlichen Weltanschauung» (20). ()
 
 
 
Notas:
 
(1) En Lanfranc Cigala si fo de la ciutat de Genoa. Gentils hom e savis fo. E fo jutges e cavalliers, mas vida de jutge menava. Et era grans amadors; et entendia se en trobar e fo bon trobador e fes mantas bonas chansos, e trobava volontiers de Dieu. Et aqui son escriptas de las soas cansos. Boutière, Biogr., p. 569 (he corregido su vida de juge, analizando críticamente las variantes que él aporta). ()
 
(2) Cf. En Bertolome Çorgi si fo uns gentils hom de la ciutat de Venise. Savis hom fo... (Boutière, Biogr., p. 579); Sordels ... fo bons chantaire e bons trobaire, e grans amaires (ib., p. 566); ... el fetz moutas bonas canssos (ib., p. 576). Et aqui son de las soas chansos (ib., p. 60, aparato crítico). ()
 
(3) Lowinsky, Geistliches Kunstlied, p. 163, nota 4. ()
 
(4) Chabaneau, Jehan de Nostredame, p. 83. ()
 
(5)   Cf. Diez, Leben und Werke, p. 493. ()
 
(6) Sobre la fecha de la muerte cf. Favati, Biogr., p. 337, nota, donde se indican los términos 16 de marzo de 1257 al 24 de septiembre de 1258. Boutière, Biogr., p. 570, nota 1ª. repitiendo el parecer de Nostredame, dice que murió asesinado en 1278. Chabaneau, Jehan de Nostredame, p. 324, observa que la historia del asesinato “a été peut-être inventée par N. D. d’après une tenson”. En Observaciones, Lanfranc Cigala, se intenta dar una explicación de la discrepancia entre los datos de archivo y la información de Nostredame. ()
 
(7) En general, convendrá adoptar una actitud cercana a la de Diez, Leben und Werke, p. 495: “ihr historischer Wert im allgemeinen ist aber ebensowenig zu bezweifeln, wie der so mancher Chronisten des Mittelalters, die man zuweilen berichtigen muss”. Panvini, Biografie, p. 7 ss. se opone decididamente al parecer de Boutière, Biogr., edición de 1950, donde se pone en duda el valor histórico de las vidas, afirmando que “I biografi hanno sempre riferito sui trovatori solo quanto ad essi risultava attestato, senza mai nulla inventare, pur accomunando senza distinzione ... notizie storiche e particolari aneddotici e leggendari” (p. 10). Refiriéndose a las biografías cortas, Panvini aduce el argumento de que “Queste vidas, che in genere si limitano alle notizie sulla patria e sull’arte dei trovatori ai quali sono dedicate, sono significative in quanto provano nel modo più sicuro che i biografi, quando sapevano pochissimo sui trovatori, si limitavano a quelle poche notizie che avevano potuto reccogliere senza supplire con la loro fantasia alla deficiente informazione” (p. 21). Boutière hace mención de la credulidad exagerada de Panvini, que en algunos aspectos ha tenido efectos positivos, Biogr., edición de 1964, p. XIII-XIV. ()
 
(8) Litt. mérid., p. 162-163. ()
 
(9) Marcabru e le fonti sacre dell’antica lirica romanza, Florencia. 1948. ()
 
(10) Lewent, Altprov. Kreuzlied, p. 378, afirma: “Bedeutet der Kreuzzug einen Dienst, den man Gott erweist, so schlägt er nicht minder zum Heile dessen aus, der sich an ihm beteiligt”. ()
 
(11) Geistliches Kunstlied, p. 165: “Wo der Verkehr mit der Gottheit so naiv sinnlich war ... da war nicht der rechte Nährboden für einen aus dem Herzen quellenden Lobgesang des Ewigen”. ()
 
(12) V. Lowinsky, op. cit., de donde saco estos dos ejemplos: Dieu prec, tan de mort m’escrima, / Domna, e m’aja suffert, / tro qu’ie·us embraz ses chamiza (p. 165). Enquer me lais dieus viure tan, / qu’aia mas mas soz so mantel (ib.). Añado uno de Arnaut Daniel: Dieus lo chauzitz, / per cui foron assoutas / las faillidas que fetz Longis lo cecs, / voilla, si·l platz, q’ieu e midonz iassam / en la chambra on amdui nos mandem / uns rics convens don tan gran ioi atendi, / qe·l seu bel cors baisan rizen descobra / e qe·l remir contra·l lum de la lampa (Toja, Arnaut Daniel, 12, 25-32). ()
 
(13) Véase el Enueg del Monge de Montaudon Fort m’enoia, Appel, Chrest., 43. ()
 
(14) Lowinsky, op. cit., p. 165. ()
 
(15) Cf. Per sant Jacme qu’om apela / l’apostol de Compostela, / en Luzi’a tal Miquel / que val mais que cel del cel (Anglade, Peire Vidal, 16, 71-74). ()
 
(16) Poesie der Troub., p. 149, afirma ese crítico que “die Zahl der uns aufbewahrten Beispiele ist daher sehr gering”, refiriéndose a la poesía religiosa provenzal; en la misma página leemos sobre ese género de composiciones: “die Kirche konnte sie nicht gebrauchen und die Gesellschaft wollte sie nicht hören; sie blieb also auf die enge Zelle und gewöhnlich auf einen späteren Lebensabschnitt des Dichters beschränkt”. ()
 
(17) Lerch, Trobadorsprache, p. 430; Scheludko, especialmente en: Marienlieder 1 y 2; Religiöse Lyrik y Religiöse Elemente 1 y 2. ()
 
(18) Appel, Bernart von Ventadorn, p. LXVIII; cf. P. C, p. 239, hacia el final de la página; además R. Lejeune, en Studi in onore di Angelo Monteverdi, I, 403-442; Bec, Petite anthol., p. 106, nota a v. 12-14. ()
 
(19) Anglade, Guiraut Riquier, p. 303, habla de cuatro poesías de Folquet de Lunel “qui sont sans nul doute consacrées à chanter a la Vierge”, incluyendo pues también Per amor e per solatz entre las poesías marianas. En las págs. 304-306 de esa monografía se trata de la importancia que tiene precisamente esa composición para la historia literaria, por su vocabulario profano aplicable a la Virgen.
Scheludko, Marienlieder 2, 27-28, en cambio, no reconoce como religiosa esta canción, ni tampoco la que comienza Tant fin’amors (núm. 13 del presente estudio). ()
 
(20) Scheludko, Religiöse Elemente 2, p. 27. ()

 

 

ABREVIATURAS Y SIGNOS

a. = año
ad., add. = addit, addunt
adj. = adjetivo
adv. = adverbio
ant. = antiguo
cast. = castellano
cat. = catalán
cf. = confer
cod., codd. = códice, códices
conj. = conjunción
copul. = copulativa
corr. = corrector, corrige
crít. = crítica
dat. (eth.) = dativus (ethicus)
ed., edd. = edición, edidit, editor; ediciones, ediderunt, editores
fasc. = fascículo
fem. = femenino
fol. = folio
fr. = francés
h., hic = en la presente edición o poesía
ib. = ibidem
id. = idem
illeg. = illegibile
imper. = imperativo
imperf. = imperfecto
indic. = indicativo
inf. = infinitivo
ital. = italiano
l. = lugar
lat. = latín
loc. cit. = loco citato
masc. = masculino
ms., mss. = manuscrito; manuscritos
No, nº, núm. = número
n. s. = nueva serie
omit. = omittit, omittunt
op. cit. = opus citatum
p., pág.; pp. = página; páginas
pl. = plural
pers. = persona, personal
prep. = preposición
pron. = pronombre
prov. = provenzal
r = recto (antónimo de v = verso)
refl. = reflexivo
relat. = relativo
s. v. = sub voce
s.; ss. = siglo, siguiente, sin, sub; siguientes
scil. = scilicet
sing. = singular
subj. = subjuntivo
subst. = substantivo
t. = tomo, tomos
trad. = traducción
v = verso, (antónimo de r = recto)
v. = verso, versos, véase
vol. = volumen, volúmenes

 

> indica que la palabra siguiente deriva etimológica, semántica o paleográficamente de la anterior
< indica que la palabra anterior deriva etimológica, semántica o paleográficamente de la que sigue
* indica que no se conoce documentación de la palabra o significado por él señalado (v. g. *estrilh)
* indica que la sigla por él caracterizada no figura como tal en P. C. (v. g. Fi*)
[ ] indica que los caracteres gráficos en él incluídos faltan en la fuente manuscrita
( )  en la traducción, señala adiciones explicativas
/ señala final de verso
' denota elisión
· denota énclisis
~ rima con, corresponde a ()

 

 

 

SIGLAS DE CÓDICES 

A Roma, Bibl. Vat. 5232 (s. XIII).
B París, Bibl. Nat., franç. 1592 (s. XIII).
C París, Bibl. Nat., franç. 856 (s. XIV).
D
Módena, Bibl. Estense, α, R. 4,4 (s. XIII-XIV).
E París, Bibl. Nat., franç. 1749 (s. XIV).
F Roma, Bibl. Chigiana, L. IV. 106 (s. XIV).
Fi* Florencia, Bibl. Laurenziana, Ashburnham 105b (s. XIV).
G Milán, Bibl. Ambrosiana, R. 71 sup. (s. XIV).
I París, Bibl. Nat., franç. 854 (s. XIII).
J Florencia, Bibl. Naz., Conv. Sopp. F, 4, 776 (s. XIII-XIV).
K París, Bibl. Nat., franç. 12 473 (s. XIII).
Kg Kopenhage, Kgl. Bibl., Thottske Samling, núm. 1087 (s. XIV).
M París, Bibl. Nat., franç. 12 474 (s. XIV).
N Cheltenham, Bibl. de Mr. T. Fitz-Roy Fenwick 8335 (s. XIV).
P Florencia, Bibl. Laurenziana, Plut. XLI cod. 42 (s. XIV).
R París, Bibl. Nat., franç. 22 543 (s. XIV).
S Oxford, Bodleian Library, Douce 269 (s. XIII).
Sg Barcelona, Bibl. de Catalunya, núm. 146 (s. XIV).
Si* Siena, Bibl. Comunale, H, III, 3 (s. XIV).
T París, Bibl. Nat, franç., 15 211 (s. XIV-XV).
V Venecia, Bibl. Marciana, app. cod. XI (s. XIII y XIV).
Y París, Bibl. Nat., franç. 795 (s. XIII).
Z París, Bibl. Nat., franç. 1745 (s. XIV).
a Florencia, Bibl. Riccardiana 2814 (s. XVI).
Módena, Bibl. Estense, Campori γ. N. 8. 4 (s. XVI)
b Roma, Bibl. Vat., Barb. 4087 (s. XVI-XVII).
c Florencia, Bibl. Laurenziana, Plut. XC inf. 26 (s. XV).
d Módena, Bibl. Estense, Supl. de D (s. XVI).
e Roma, Bibl. Vat., Barb. 3965 (s. XVIII).
f París, Bibl. Nat., franç. 12 472 (s. XIV).
m* cf. Del Monte, Peire d’Alvernha, p. 178.
t* París, Bibl. Nat., nouv. acq. franç. 4232 (s. XIV).
w* Bamberg, Kgl. Bibl., Ed. V. 11 (s. XIV-XV).
x* Livre de raison des Etienne Benoit von Limoges, ed. Guibert, p. 35.
z* París, Bibl. Nat., franç. 24 406 (s. XIII).
κ Citas de Barbieri (s. XVI).
ρ Roma, Bibl. Vat., Barb. 3986 (s. XVII). ()

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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