I. Así como aquel que aparta las hojas y coge la más bella de las flores, he escogido en una alta rama sobre todas la más hermosa, ya que el mismo Dios la hizo, sin falta, de su propia belleza, y dispuso que con sumisión fuera alabado su gran valor.
II. Con dulce mirada sus corteses ojos me han hecho amador alegre y leal; y el amor, a causa del cual me mojo el rostro con agua del corazón, nunca fue por mí divulgado; pero ahora me hace cantar gustosamente de aquella por la que muchos han hecho gentilezas y ni uno solo la tuvo desvestida.
III. No digo mentiras ni lisonjas, como suelo, sino verdad, de lo que tengo mil testigos, pues cada uno desea lo que yo quiero, ya que para el más alegre [ella] es lanza de amor que hiere en el corazón, sin defensa posible, con placenteros placeres de amistad; pero yo he saboreado el golpe que me despierta cuando más dormido estoy.
IV. Favor me hará si me acoge por piedad, a pesar de su excelencia, para que pueda mostrarle el mal de que me duelo [y] con ello me alivie el dolor que ha esparcido en mi corazón: me ha dado amor y pesadumbre, pues ha hecho que yo me enamore de la mejor que hay desde el Puig hasta Lérida.
V. En elevado torreón está el rico mérito de mi señora, a quien se considera la más gentil de cuantas en el mundo se visten y desnudan: Dios la supo hacer hermosa con honor, pues así es apreciada por los nobles dondequiera que muestre su gran belleza y las finas cualidades tan acrisoladas de que está provista, como corresponde a las mejores.
VI. Tan gentil es y de tan buena índole, que su amor me quita el deseo de otras, pues con juicio, sin palabrería, le ha sido dado valor con belleza [y la] cortesía no la abandona; porque el ejercicio de su cortés voluntad la hace sin artificio guardarse de enemistad y de cualquier otra habladuría.
