I. Pensativo, preocupado, pecador y penitente gimo llorando; rogando lloro mis pecados que cometí con la mente y el pensamiento y con palabras locas y con obras engañosas; y puesto que soy locamente malo y culpable, clamo pidiendo merced y misericordia a aquel que es unido y unidad y trino y tres en trinidad, que me perdone, pues es perdón condonante, como perdonó a los perjuros malvados.
II. Pues él es león y hombre perfectamente, representado doblemente como águila-toro; y buena esperanza y fe y verdad; fin sin fin y verdadero principio, y puerto que salva con refugio perfecto, y dulce fuente que apaga todo mal apetito; cabeza de todos los bienes, merced y caridad, y alegría perfecta y caridad franca, y pan perfecto que descendió del cielo para eliminar los graves males angustiosos.
III. Y es rayo puro que resplandece más que cualquier otro, cuya claridad no mermó jamás, y manso cordero por quien fue reparada la terrible perdición de todo el mundo; pues los buenos y los malos entraban sin remedio alguno en el infierno, hasta que él nació y fue martirizado, con lo que quedó despojado el lugar afrentoso; y allí dejó a los malos y tomó consigo a los buenos, que se llevó por compañeros en la santa ascensión.
IV. Y es vida, guía y consuelo, pastor y luz y primogénito, y vía derecha, roca y firmeza, y perfección suma de todos los bienes, y santo esposo sin corrupción alguna, y maestro de toda mejora, y brillante sol por quien el mejor bien es elevado y el mayor mal abajado, virtud y brazo misericordioso, inmortal y santo y poderoso.