I. Calenda de mes caluroso ni frío, ni de (mes) templado, cuando aparecen las flores, no me hace cantar de amor leal hacia mi dama, a quien debo ser leal. Antes bien, canto en toda sazón que me agrada: pues aquella de quien estoy enamorado es más noble y la mejor que existiera, y espero que me mantenga alegre: pero su amor no me domeña suficientemente.
II. Pero su amor no me domeña suficientemente, porque vil acción me tiene desasosegado; pues, quien desee apoyo de mi dama, no debe saborear ningún mal, ya que a ella no le pasó jamás por el pensamiento. Y cuando considero las eminentes bondades y el excelso, singular honor, y pienso que me quiere por servidor, debo tener mi corazón bien doblegado.
III. Debo tener mi corazón bien doblegado por el sentido, para que mi voluntad no me haga pecar locamente por ningún motivo contra la hermosa que adoro; pues seré rico en toda abundancia si soy amado por ella; así pues debo dominar mi corazón cuando se incline hacia cualquier actitud inconveniente.
IV. De ninguna actitud inconveniente no debe otorgar poder mi razón a mi corazón, antes bien, conviene que le enseñe a desear hechos buenos y hermosos; pues los hechos buenos deparan honra, alabanza, poder y aprecio, y atañen a amador leal; así pues, ya que yo amo a la mejor, me están bien todos los hechos justos.
V. Me están bien todos los hechos justos, ya que tengo la esperanza de alcanzar la alegría más excelsa, por medio de la valerosa cuyo valor es tal que no puede ser encomiado conforme a cuanto vale; pues es flor de todas las beldades, y le ha sido concedido poder sobre todos los bienes, y su nombre que está lleno de gracia; y creo que es leal y noble todo hombre que reine en el beneplácito de mi dama.
VI. Todo hombre que reina en el beneplácito de mi dama aprende hechos perfectos y veraces; pues no falla en nada, ni halaga a sus contrarios, ni puede ser vencido por ellos; y si puedo ser su amante, me elevará a gran poder: así pues, no debe llevarme a que me ocupe de otra cosa calenda de mes caluroso ni frío.
VII. Mi dama ruegue a aquel que es rogado por todos los leales enamorados para que me haga verdadero amador; pues de lo contrario soy tal, por mi locura, que, según justicia, no cabe ayuda.