I. En todo cuanto supiese hacer y decir y pensar, debería tender a agradar con servicio a la valerosa a quien quiero de buen talante, pues sin ella no encuentro sosiego de Belh Deport (Hermosa Diversión) y porque desea tanto mi provecho que con su querer seré bienaventurado.
II. Por ello la razón me indica y me disuade y me remuerde que, por temor de la muerte, no debo tener ni horas, ni días, ni (ningún) tiempo tal placer del pecado que me pueda forzar. Antes bien debo esforzarme, ya que mi señora es de corte, de ser por ella cortés.
III. Bien instruido debe ser quien intente osar alabar a esta señora, para que no sea tomado en fraude; pues ella da y no vende, y depara a menudo a sus amantes consuelo, y no mira cuán fuertes (son), ni por una ni por dos faltas no cesa el perdón.
IV. Pretendo amar a una señora de prez placentera —que tiene jurisdicción sobre todo bien y no se preocupa de la condición, ni se complace en la traición, ni consiente mal alguno, si bien tolera naderías— que me hará dulce lo amargo, y debo entregarme a ella, pues ella me ha encargado que ame.
V. Buena esperanza me ha dado —con tal de que yo sepa sacar mi ventaja y la sepa utilizar convenientemente— aquella que me ha trasmitido razón y entendimiento de buena enseñanza, que me ha sacado de más de un asunto; y me cuento por liberado, ya que tengo una señora que atiende a cantos y palabras, no hay disputa.
VI. Señora, flor de diversión, vía derecha hacia el puerto: plázcaos que por vos cante cantos y haga mis canciones.
VII. Mis hechos y mis raciocinios, señora, guíe la razón.