I. Así como Dios, creador de todas las cosas, hizo al primer padre a su imagen, hízose después el rey glorioso hombre de carne, exento de pecado, nacido de virgen madre. Nació como nosotros para que sin lugar a dudas fuese creído que nos hizo a su imagen el franco buen señor.
II. Hay muchas otras razones que no digo ni expongo por las que el gobernador de todo cuanto existe arriba y abajo quiso que el primer pecador fuese hecho su modelo. Pero todo cuanto quiere nos es ventajoso, eso creemos con firmeza, y nos demostró claramente que era Dios todopoderoso.
III. El franco rey maravilloso es tan singular y potente y de tanta bondad en todas sus obras, que uno puede deducir por verdadero razonamiento que con divinas oraciones, en la consagración sacerdotal se transforma el pan, sin duda, en su carne que recibió muerte en la cruz.
IV. ¿Por qué pues duda nadie de que el verdadero salvador pudiese nacer de un cuerpo virginal precioso, sin que tuviese lugar intervención de hombre? Bien pudo hacerse, más fácilmente que no convertirse un pedazo de tierra en hombre, por virtud de la obra del señor piadoso.
V. Mi fe y mi intención me valga y mi opinión que me hacen exponer los hechos y las palabras de Dios; pues si bien conozco claramente que no soy capaz, no puedo abstenerme de ello; tan intenso es mi deseo de pregonar su gran gloria. Y si en ello he cometido una temeridad, válgame su perdón.
VI. Verdadero Dios, concededme tal honor que mi alma vea vuestro hermoso rostro junto a vos.
