I. Paciencia paciente viene del señor que por nosotros tomó carne y murió; quiso redimirnos con su sangre, para que le fuésemos amigos verdaderos, fieles. Por ello no se canse nadie de ir corriendo hacia él; pues Dios nos da tal consuelo que en el siglo falso, caduco y muerto nos anuncia paz por su bondad, que hace que los buenos gocen de los males y obedezcan pacientemente en paz, con paciencia.
II. Por ella obtendremos mayor paz, y permitid que se hable de ello: No reina, ni reinará ni reinó jamás en corazón orgulloso, felón, altanero; por lo que yo suspiro a menudo y lloro, porque no pensamos oportunamente en que uno a otro no haga injusticia ni tenga ira ni discordia con los otros, sino que antes bien se ame uno a otro, y en cómo podremos servir a Dios para que se digne acogernos.
III. Miedo debe tener y temor quien sabe lo que sufrió Él por nosotros; quiere que seamos humildes y francos, que perdonemos a nuestros enemigos, para que no nos arrebate de Él el diablo que brama y ruge fuertemente porque le han sido quitados los primeros; no hay nadie que sea tan grande ni tan fuerte, si cae allá abajo, que no le hagan arder y consumirse con gran tormento aquellos que seducen a pecar y faltar.
IV. No hacen honor a nadie, ni se complugo nadie en sus obras sin que le hiciesen caer de arriba al fango, así como lo hicieron con el primer antepasado; y no creo que falle ni deje de pasar que, tarde o temprano, en hora mala, no se lo lleve a aquel que sigue al diablo. Nos plantan un jardín de codicia, el peor de todos los males, de modo que difícilmente podemos separarnos de ellos, a no ser que uno sepa defenderse bien.
V. El pecado tiene un sabor tan dulce que Adán tragó por él la manzana; la codicia hizo falso, cojo y manco el derecho justo, de donde se alejó; pues él estaba sentado en tal banco que ya no habría sabido qué cosa era el mal, y ha deparado un terrible juego, ira y afán y desconsuelo a aquellos que entran en la caldera, de la cual no podrán salir nunca jamás: pensemos de qué modo podremos librarnos de ello.
VI. San Pablo dice: «ya que el tiempo nos ayuda, no se demore nadie en obrar bien»; pues Jesucristo, que jamás mintió, nos llama a su santo paraíso refulgente, brillante, antes de que lo cierre ............... Corramos allá a donde todos los doctores están de acuerdo en que podemos llegar obrando bien y abandonando el mal.
VII. Traicionados serán los traidores, pues al mal siempre acompaña otro mayor. No habrá barranco, torbellino ni escollo para el falso perjuro que quebró la fe, que no se allane ante él, ni engaño en el cual no le socorra y le sane aquél. Loco, pues del diablo recibe su injusticia, ya que con su suerte lo ha llevado a deshonor, pues no le dejó que se arrepintiese en vida ni cuando tuvo que morir.
VIII. Yo ruego y adoro al señor Dios, que nos deje llegar a su reino, cantar cánticos nuevos con sus ángeles.
IX. Ya que al conde Raimón ayuda honor y fuerza cabal para ensalzar prez en que todo el mundo se mire.
X. En él tenemos conde, rey y emperador para fomentar prez, ensalzando y manteniendo la paz.