I. Oigo que Dios es celebrado y considerado como la luz de todos los bienes, y que hizo el mundo y que, desnudo, sufrió muerte por nosotros, y que resurgió de la tumba, por lo que son y serán salvados de la muerte todos los verdaderos penitentes por medio del arrepentimiento.
II. Pero se quiere que el bien sea tan lento y el mal tan veloz y divulgado, que Dios, que recompensa según merecimiento, a cuanto parece, no es temido. Lo de adelante es colocado detrás, por lo que somos eliminados del derecho camino y del puerto, corriendo riesgo con la diversión.
III. Pues uno obra mal conociendo el bien, por lo que conduce a menudo a otros a vil suerte, perdiendo lo suyo; y los más poderosos son más solícitos, pues se dice que no existe amor, ni fe, ni merced, pues cada cual sigue mal camino, por lo que llegamos a mal fin.
IV. Entonces tú, loco sin cordura, considera lo que harás; pues has estado demasiado en el mundo y has hecho conscientemente lo que te causa remordimiento; no estés mudo, como lo has estado: confeso, arrepentido, haz obras buenas, para que no seas reprobado.
V. Dios cortés, que deseas y obras la justicia, que estás lleno de gozo, defiende nuestros hechos, no los condenes. Protégenos por medio de todas las buenas obras del deshonroso lugar demasiado profundo, en el cual no hay consuelo, señor, y condúcenos allá donde no se pierde ningún bien.
VI. Tuve una hermosa diversión muy valerosa y complaciente y no puedo enviarle saludos; mas Dios le sea salud.
VII. Estoy desconcertado a causa del saber, pues veo que se pierde tanto.