I. Pensativo de corazón y afligido haré coplas, pues me place; y no quiero ser criticado si mi canto no es tan grato como si yo estuviera alegre, pues jamás fueron oportunos juego, solaz ni canto sin alegría; pero quiero cantar, valga o no valga mi canto.
II. Pero por más que esté completamente perplejo, cuando considero atentamente veo muchas cosas extrañas; pero de una estoy fuera de mí, de la cual me admiro sobre manera, pues sobrepasa todas las demás: Cómo puede cometer errores y faltas quien no piensa ser respetado por la muerte.
III. Mas cada uno, y esto me desconcierta, está seguro de la muerte y sabe que (eso) no se cambiará, que cada uno será sepultado; pero quien no abandona los engaños parece que duda de ello: pues quien corta el bastón de su muerte, o no piensa morir, o el conocimiento no le sirve.
IV. Mas de mí mismo estoy más sorprendido, admirado y airado, pues hago contra Dios, que fue muerto y traicionado para preservarnos de los daños y de los tormentos infernales, eso que más reprendo; pero, si he pecado, le ruego que me perdone, y me confesaré a él cantando.
V. Pues he cometido, y de ello estoy afligido, los siete pecados capitales, lo que me causa enojo y desagrado, y tantos pecados veniales que ni los recuerdo; por ello me inclino ante vos suplicándoos, Dios que en la cruz perdonasteis a un ladrón, que me perdonéis y no os atengáis a la justicia.
VI. Pero no estoy tan desconcertado como para desesperar, pues he visto a gente más herida ser sanada por vuestra misericordia; por ello me dirijo a vos pidiendo merced, porque la justicia exige mi perdición: así pues, ayúdeme la merced; que yo apelo a ella, y desecho la justicia, pues no la estimo conveniente para mi necesidad.
VII. Madre de Dios, haced que cumpla todos los años vuestros mandamientos, pues así estaré seguro de salvación, lo que os pido como siervo vuestro que soy.