I. Verdadera virgen María, verdadera vida, verdadera fe, verdadera verdad, verdadera vía, verdadera virtud, verdadera realidad, verdadera madre, verdadera amiga, verdadero amor, verdadera merced: Por tu verdadera merced tome herencia de mí tu heredero.
Trata, señora, si te place, de paz con tu hijo, para que la haga conmigo.
II. Tú reparaste la locura de que fue asaltado Adán; tú eres estrella que guía a los transeúntes de este país, y tú eres el alba del día, de quien tu hijo es sol que lo calienta y clarifica, veraz, lleno de justicia.
Trata, señora, si te place, de paz con tu hijo, para que la haga conmigo.
III. Tú fuiste originaria de Siria, gentil y pobre de vestimenta, humilde y pura y piadosa en obras, en dichos y en pensamientos, hecha con tal maestría, libre de todo mal mas con todos los bienes. Tú fuiste de tan suave afabilidad que Dios entró en ti.
Trata, señora, si te place, de paz con tu hijo, para que la haga conmigo.
IV. A quien en ti confía no le hace falta otra defensa; pues, aunque pereciera todo el mundo, él no perecería, pues a tus preces se inclina el Altísimo, pese a quien pese, y tu hijo no contraría jamás tu voluntad.
Trata, señora, si te place, de paz con tu hijo, para que la haga conmigo.
V. David dijo proféticamente, en un salmo que hizo, que a la derecha de Dios, del rey prometido en la ley, estaba sentada una reina que tenía vestido de vero y de orifrés: tú eres esa, sin duda, no hay pleitista que pueda refutarlo.
Trata, señora, si te place, de paz con tu hijo, para que la haga conmigo.
VI. Ya que estás al lado de Dios, trata para que me sea hecha paz con él.