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Oroz Arizcuren, Francisco J. La lírica religiosa en la literatura provenzal antigua. Pamplona: Excma. Diputación Foral de Navarra - Institución Príncipe de Viana, 1972.

Edición crítica, traducción, notas y glosario. Versión revisada para Corpus des Troubadours, 2011.

323,021- Peire d'Alvernha

1. Ambos ms. tienen sia, que respeto. Adopto la versión de C, Lauzatz sia Hemanuel lo que implicaría la interpretación de -nuel (mejor que de sia), como una sílaba; o si no, la sinalefa -a He-; de (H)emanuel no conozco ejemplos en los que el esquema métrico exija necesariamente synezesis, contando de preferencia en otras palabras análogas el grupo -uel -iel como bisílabo: E Jussifon e Samuel, (Bartsch, Denkmäler, 287, 31) es octosílabo según el cómputo provenzal: Gabriel tiene tres sílabas en hic, 36, 47, Suchier, Denkmäler, p. 94, 282 etc., aunque no se puede excluir que -uel o formas análogas hayan podido formar diptongo, sobre todo teniendo en cuenta la monosilabidad, de preferencia al menos, de ue < o. Para sia como monosílabo cf. nota a hic, 1, 19; -a e- suele figurar a menudo en los manuscritos como sinalefa (cf. e. g. C 324v fuelha el ramelh, que, siguiendo una costumbre arraigada entre los provenzalistas, edito fuelh’el ramelh, hic, 12, 1; ms. a 236 filhae espoza, interpretado siguiendo esa discutible usanza –con menos sonoridad y fluidez que el ms.– como filh’e espoza, hic, 1, 22, etc.).
Del Monte se decide por si’ Emanuel, anotando como variante de C hemanuel y haciendo caso omiso de la versión de R manuel, que posiblemente sea la más genuina. Como fuente, ambos editores remiten a Isaías 7, 14, Del Monte además a Mat. 1, 23, donde se nos indica el significado de Emmanuel, quod est interpretatus Nobiscum Deus.
 
3. «trinus, Latinismus» Zenker. Del Monte recuerda otros latinismos de esta misma poesía (sustantia, v. 10, discipulus, cf. hic, nota al final del v. 47, benedictio, ib.); para trinus cf. hic, 3, 8.
 
5. Este verso no está claro; Del Monte, siguiendo a Zenker interpreta: e quascus payre complitz ‘e ciascuno padre perfetto’, comentando: «L’apellativo di padre al Cristo non è raro; e similmente per lo Spirito Santo; cfr. Zorzi, o. c, p. 174, il quale propone anche l’emendamento (ma non necessario): e cascus par e complitz». ¿No sería un error afirmar que cada uno es padre, ya que se proclama in personis proprietas? (Praefatio Trinitatis; cf. Symbolum Athanasianum). En occitano se halla esta doctrina explícitamente expresada:
Pero us es en persona
le paires, segon fe bona,
autres es lo seus filhs complitz,
autres es lo S. Esperitz;
quar le paires filhs non es ges,
nil filhs sieus ges payres non es,
nil S. Esperit creayres
non es ges ni filhs ni paires
(Breviari d’Amor, 1203-1210).
Los cód. divergen en sus versiones, sin que ninguno de los dos dé un texto aceptable: e quascus es partanitz C, e quascus el payre complitz, R, uno por no estar documentada la voz partanitz, el otro por hipermetría. La interpretación que se ha visto de Zorzi, que seguimos, no presenta problemas de carácter teológico, pero no nombra al padre; la misma objeción se ofrece si suponemos en C la base e quasqus ses part unitz, idea que se encuentra glosada en este pasaje:
quar tant es simpla e pura
esta divina natura,
qu’om non pot far divisio
d’aquesta vera unio
quant a l’essencia divina
(Breviari d’Amor 1187-1191).
(Compárese: Tu qui partz / fezist tres / del teu nom sol, –hic, 52, 37-39– versos en los que se observan reminiscencias modalistas).
Esa conjetura respeta el texto común a los dos manuscritos –el de R es paleográficamente semejante a es de C, según advierte ya Del Monte–, siendo fácilmente explicable la haplografía de la s- precediendo -s. El que se omita el nombre de una persona de la Trinidad llama la atención, pero no es el único ejemplo: et es paire e filhs e santa trinitatz, et es en tres personas et una unitatz (Appel, Chrest., 79, 5-6).
Otra conjetura, satisfactoria al menos paleográficamente, sobre todo partiendo de R, sería: e quascus ses par, complitz.
De la Santa Trinitat se titula un capítulo de Las Leys d’amors, ed. Anglade, 1, p. 64-65.
 
6. Para guitz ‘guía’ cf. hic, 41, 83.
 
8-9. Del Monte critica la inconsecuencia de Zenker que introduce e por en de los manuscritos, traduciendo empero el v. 9: ‘ganz in einer Dreiheit’; si trinitatz asumiese el valor de caso oblicuo (acaso por seguir palabra con s- podría admitirse trinitat, cf. nota a hic, 1, 7-9) podríamos dejar intacta la versión de los cód. y referir, como Zenker, totz a las palabras siguientes, no al verso anterior; en tal caso, bajo assemblatz cabría ver, en vez de ‘reunido’, el significado de ‘simbolizado’ (cf. Appel, Chrest., Glossar, bajo assemblar ‘ähnlich machen, zur Erscheinung bringen, zeigen’).
 
10. El latinismo sustantia puede contar, según otras voces análogas (e. g. gracia, Appel, Chrest.) por tres o por cuatro sílabas; Zenker lo toma por cuadrisílabo al sustituir senes de C por ses, forma ésta que figuraba en R pero que ha sido corregida posteriormente en senes (no seiles, como dice Del Monte) para que el verso no resultase hipométrico (R tiene la forma, provenzalizada en la terminación, substansa); Del Monte mantiene intacta la versión de C, tomando pues sustantia como trisílabo.
 
13. Por eufonía es preferible dieus ieu azor en vez de dieu ieu azor, cf. hic, 15, 5. C tiene dieus azor.
 
16. peccatz delir corresponde a delere peccata. En Levy, Petit Dict. no encuentro ese verbo, que no era tan raro, y que documenta e. g. Appel, Prov. Chrest., Glossar. En la canción de cruzada de Folquet de Marselha, Hueimais no·y conosc razo, Stroński, XIX, v. 13 tenemos nostres tortz delir. A una persona se refiere sel qui·l vol delir, Stroński, XIV, v. 32.
 
17. Este verso, que a primera vista parece tan claro, entraña un complicado problema cuya solución reclama un minucioso análisis. Ambos ms., CR, coinciden básicamente, aunque expresándose de distinta manera, legándonos la versión quels quatre lemens C, quels IIII elemens R.  Zenker modifica ese texto imprimiendo (silencio y corrijo una errata haplográfica que no tiene importancia) que·l IIII elemen. La interpretación exacta de ese verso es importante, porque, de acuerdo con el esquema métrico, de su terminación depende la rima de los versos 21, 22 y 23. Y aquí surgen las diferencias, pues las versiones de C y de R no coinciden en este aspecto, haciendo difícil la elección de la rima, entre -en y -ens.
Hacia -ens se inclina decididamente R, dejándonos sólo una duda, en la terminación de comessamē del verso 21, que casi se confunde con la inicial mayúscula de la cobla siguiente. Por lo demás ese códice nos lega neguns sens en el 22, resplandens en el 23, propugnando y exigiendo por tanto la rima -ens. En C en cambio se impone en los versos respectivos la terminación -en: comensamen, negun sen, resplanden. Como hemos visto, según el testimonio coincidente de ambos códices, el verso 17 rezaba elemens en el arquetipo. Y en -ens deberían terminar por lo tanto los versos 21-23. C no ha seguido con todo esa pauta, o la ha abandonado, probablemente con la intención de evitar el evidente barbarismo que conlleva *ac comensamens en vez deac comensamen. Y continúa luego consecuentemente con la rima -en, desembocando en el verso 23 en el barbarismo opuesto, empleando el oblicuo resplanden en lugar del recto o nominativo resplandens. R se acerca más al original, respetando el esquema métrico, y ofreciendo una versión casi aceptable: Para neguns sens en plural cf. en totz sens, ‘nach allen Richtungen’, Appel, Chrest. 18, 39; en totz bos sens, Dejeanne Marcabru, 3, 34. Para resplandens compárese plus resplandentz non es solellz, Appel, Chrest. 8, 17,  fu tan resplandens, ib. 119, 49. Sólo nos queda la duda de accomessamē, de terminación poco clara. Ambos amanuenses se han percatado perfectamente del problema que representa ese sintagma agramatical, y han intentado solucionarlo: C sacrificando el esquema de rimas, introduciendo -en por -ens, cambio ingenioso que pasaría desapercibido si no fuera por la anomalía de resplanden del v. 23. Más consecuente es R, que sigue con la pauta marcada por elemens –¿y camuflando comessamens? Para el crítico severo, ni la versión de C ni la de R son impecables. Reflexionando calmamente llegamos a la conclusión de que el verso 21, de donde nace el desacuerdo entre los copistas, ha de encerrar una imprecisión, un error, que convendría detectar. ¿Pero error de quién? Según mi convicción, no podemos atribuir a Peire d’Alvernha, trovador “clásico” de mediados del siglo XII, ese barbarismo elemental. Tenemos que achacarlo a una deficiente tradición manuscrita. Se ofrecen dos vías diferentes para conjeturar al respecto: 1) Substituir el verbo aver por un verbo que exija el caso recto, como esser. 2) Cambiar la voz comensamen por un sinónimo o una expresión afín que termine en -ens (con e estreit). Para orientarnos y entrar en materia no perdamos de vista que los versos 20-23 son a fin de cuentas una glosa el versículo 1, 8 del Apocalipsis de San Juan: Ego sum alpha et omega, principium et finis, fuente de tantas ilustraciones medievales artísticas con las letras griegas a y w. Sin embargo, este camino, que podría plasmarse en un sintagma gramaticalmente correcto del tipo *qu’es comensamens, exigiría una modificación de la parte inicial del verso (discrepando de la versión común de los manuscritos), con lo que la conjetura resultaría hipotética, asumiendo el aire de arbitrariedad; además, el paralelismo entre el verso 21/22-23, non ac comensamen – non aura fin,  se opone a la introducción de un verbo diferente de aver. Renunciamos por ello aseguir por esta pista.
Examinemos la otra vía, la de encontrar un sinónimo de comensamen que termine obligatoriamente en -ens. Este camino se presenta más practicable, al menos parcialmente: El primer pasaje que me viene en mente es el verso inicial de Marcabru, trovador coetáneo de Peire d’Alvernha: Al prim comens de l’ivernaill  ‘au premier début de l’hiver’, Dejeanne, Marcabru, 4, 1 (¿será la presencia de ese al prim y de prim del v. 24 de nuestro poema mera casualidad?). En ese mismo trovador –cuya estrecha vinculación con Marcabru está documentada contundentemente en los poemas Rossinhol, el seu repaire (Del Monte, Peire d’Alvernha, p. 16) y la parodia marcabruniana Estornel, cueill ta volada (edición de Dejeanne, 25)– encontramos además: Et ab lo comens d’un chantiu, traducido libremente con ‘lorsque les oiseaux commencent à chanter’, ib. 29, 3. Ese comens corresponde a comensament, que no recuerdo haber leído en Marcabru, que emplea otro sinónimo, garantizado por la rima, la fin ni la comensansa, ‘la fin ni le commencement’, ib. 13, 16, y d’aquest vers la comensansa ‘de “ce vers” le commencement’, ib. 18, 2; también emplea al comensan, ib. 44, 26. De la canción de gesta Girart de Rossilhon presento dos testimonios de comenz, el primero en rima: Or en ojaz la fin e le comenz, v. 5672, y Au comenz del conseil intret dun Bos, v. 68225.
Comens coincide con el cat. començ ‘començament, principi’ (compárese el ital. partir di buono comincio, de Abbracciavacca; o che tanto fo sementato in comenza, anticuado por cominciamento de los diccionarios italianos solventes) y recuerda el cast. ‘comienzo’, que sintió la concurrencia de varios sinónimos, como comenzamiento, –hoy en día obsoleto–, inicio, principio.  De acuerdo con el material aducido, para el final del verso 21 proponemos comens, que nos ofrecería un verso de gramática impecable, pero hipométrico, que obliga a seguir conjeturando: qu’anc non ac ... comens. Para llenar la laguna de dos sílabas que ha surgido, como simple propuesta y sin pretensión alguna de intangibilidad, sin salir a buscar más lejos avanzo negun, guiándome por el v. 22: qu’anc non ac [negun] comens. Abundan los ejemplos similares de negun, como en negun loc, de hic, 49, 8; a negum home ieu non ai tort, Appel, Chrest. 9, 123; vas neguna part no·m vir, de Marcabru, ed. de Dejeanne, 39, 13, neguna ves, hic, 43, 38. Y termino citando un ejemplo de la Vida de Peire d’Alvernha, en caso recto: non era adoncs negus cantars appellatz cansos. En vez de negun < nec unum, REW 5875, cabe poner la frecuente variante, originada probablementepor disimilación a distancia, degun, (véanse ejemplos en Appel, Chrest,. Glossar, s.v.); pero no veo qué ventaja tendría esa variante frente a negun. Quien sea partidario de la varietas, podría analizar si no sería defendible o hasta preferible la conjetura aliterante con cinco kas, qu’anc non ac [alcun] comens (cf. Appel, Chrest. 108, 88: se confesson sencza alcun mancament). Sea como fuere, el problema de cualquiera de estas propuestas es la justificación del cambio de adj. + comens > comensamen. A falta de una explicación convincente o al menos presumible –como es repetidamente la haplografía– recurro en este caso a un factor mucho menos concreto y terminante, al de la cronología. Que yo sepa, los diccionarios de occitano no ofrecen sistemáticamente sobre la primera mención de una palabra fechas precisas que pudieran servirnos de orientación, por lo que resulta muy fácil despistarse por esa pauta. No obstante ese peligro, basándome en el escaso material de que dispongo, quisiera avanzar en forma de pregunta una idea peregrina que dejo a merced del lector.
¿No será comens una voz corriente otrora, más antigua que comensamen, que para cuando en el siglo XIV se copiaron los códices CR, o su fuente, resultaba anticuada, aconsejando o justificando una adaptación, –máxime si en el arquetipo la versión no estaba clara? Para entonces ya se habían introducido y expandido en las lenguas románicas sinónimos más actuales, más en boga,  terminados en -samen, -sament,  -tament, -tamento, -tamiento, que competían con las voces anteriores. Para el occitano tengo a mano algún ejemplo: hic, 15, 33, Dieus, que comensamens es, que evoca el verso con dos sinónimos de Aimeric de Peguilhan, Crescini, Studi provenzali, 47, 23: e fai de Dieu cap e comenssamen. Appel, Chrest., aporta varios ejemplos más: Lo regne aparelha a vos del comenczament del mon, 108, 146; e·l comensamens ... deu esser, 124, 52; li qual comensamen devon esser, 124, 54;  y acercándose al contenido del verso que nos ocupa: Dieus, qu’es sez tot comensamen, 115, 47. Parece evidente, sin necesidad de previo espigueo, que comensamen era una palabra que se iba imponiendo, dejando arrinconado a comens, que tal vez se asome ya bajo cumes en el arcaico Boeci, cf. Appel, Chrest., 105, 98, nota; en el texto tiene cum es, como en el verso precedente, lo mismo que Crescini, Manualetto, 1, 98 y otros muchos editores; también Schwarze, Boeci, adopta esa versión, aunque censurando “das blasse und mechanisch wirderholte cum es, § 154, y apuntando en la nota 76 la singularidad de la “Figur der Epipher”. Su traducción idéntica para el v. 97 y 98 es: “so wie sie sind”. La equiparación cum es – cumes es una hipótesis discutida, pero no improbable. Un vestigio de comens podríamos descubrir en la canción S’al cor plagues (Stroński, Folquet, n° 7), que en el v. 42, en vez de al comensamen m’en desesper de varios códices, el ms. O nos lega la lectio discrepante pero sensata: al comēz tan leu mi desesper, ‘al comienzo (de la canzon) tan fácilmente me desespero’. Resumiendo: acaso sea aplicable al destino de comens la constatación de Ars poetica de Horacio, 70, multa renascentur quae iam cecidere, cadentque quae nunc sunt in honore vocabula.
 
20. La corrección qu’es por que de los mss. es de Zenker; también Del Monte la acepta. Mantener la versión manuscrita sería posible interpretando que pueys e denans, como si fuera un paréntesis correctivo, con el verbo esser sobrentendido.
 
24-26. Zenker tiene reparos en seguir la interpretación de Lowinsky, Zum geistlichen Kunstliede, p. 215, ‘bei sich’ (ab sey C, am sey R), por cuanto la rima exige la terminación en -s, conjeturando anceis ‘bevor’, conjetura que adopta Del Monte, aunque criticando la traducción de Zenker: ‘denn der Strahlende bestimmte es im Anfange’, interpretando los versos 23-25: ‘... chè egli dall’inizio decise nella luce prima di creare la luce sulla tenebra’, y comentando que, a su juicio, «il poeta insiste sull’idea dell’esistenza di Dio coi suoi attributi ab aeterno, e quindi dice che Egli di già splendeva prima che creasse la luce, poichè la luce di Dio è altro dalla luce del creato».
La interpretación de Lowinsky (v. más arriba) ‘Von Anfang her hat er bei sich beschlossen, das Licht über die Finsternis zu setzten’ me parece más acertada, sobre todo porque respeta más la versión de los manuscritos, ab sey y am sey, respectivamente C y R. La supresión de la -s, exigida por el esquema métrico, no es obstáculo para interpretar ‘consigo mismo’, ya que no es preciso partir de apud se, que daría ab sey (como variantes de ab existen, entre otras, am, an, etc.; junto a sey se conocen se, si), sino que se puede poner como base apud se ipsum, que originaría ab se eys (sobre ipsum > eys cf. Element., § 39, 68, 121); se eys ha podido confluir en seys, forma que no encuentro en las gramáticas ni en los diccionarios, pero que sería análoga a neys < ne ipsum (Element., § 68) o en s’eys (cf. e fez de·ss homen molt ginnos, Sainte Foy, 304 y la nota correspondiente, donde se defiende ese hápax por de sse ‘de soi’, aunque prefiriendo ver en él una enclisis a una elisión de ss’homen) o en se ys (cf. el en ac en is loc son gaardon, Appel, Chrest., 1, 121); que eys puede ser también oblicuo es sabido, y lo afirman expresamente Las Leys d’Amors: «Per totz los cazes diretz eysh, exceptatz los oblicz del plural on hom deu dire eyshes» (3, p. 122).
En el v. 26 me decido por ferma·s, siguiendo a R cuya versión reza fermas, interpretando·s = ‘es’; como en alta·s la riba, Sainte Foy, 537, y en otros versos; y en repetidos pasajes de Boeci, cf. § 329 de la edición de Schwarze, bajo esser. Esa documentación es suficiente. Sin embargo, no parece descabellado pensar que la versión insólita fermays de C pudiera indicar en otra direción que insinúo: el arquetipo habrá sido *ferma es, (cf. nota a hic 42, 1, sia Hemanuel) que, con sinalefa, habrá confluído en *fermaes, y que habrá pasado luego a fermays, cerrando más la e de es, que es estreit (cf. Anglade, Grammaire, p. 314).
 
27. descrezutz, como indica Zenker, es participio de descrezer ‘dejar de creer’ (Levy, Petit Dict., descreire, -crezer ‘ne pas creire’), no de descreisser ‘decrecer’, como había pensado Lowinsky, despistado acaso por decreys del verso siguiente ‘diminution’ (Levy, Petit Dict. s. v.). Para des-crezer puede verse hic, 26, 31.
 
31 ss. Del Monte toma qu(e) por relativo, suprimiendo la coma detrás de esteys; Zenker, que pone punto y coma después del v. 30, continúa en la traducción: ‘und es war grosses Leid, dass der, der nie gesündigt hat, herabkam...’. Entiendo el verso 31 como explicación del anterior, y el quar del v. 32 como ‘por lo que’, viniendo pues los versos 32-35 a ampliar el concepto del v. 29.
 
33 s. sofrir se refiere propiamente a mort, con el significado desufrir’; con humanitat y sortz está empleado en forma de zeugma complicado, y vendría a significaría respectivamente ‘soportar’ y ‘tolerar’.
 
35. Por interesante que parezca la interpretación metafórica o simbólica de Del Monte, que toma los vestidos como símbolo del cuerpo humano, remitiendo a dos pasajes en los que se da una interpretación semejante, en este verso hay que ver en primer lugar la profecía bíblica: Diviserunt sibi vestimenta mea, et super vestem meam miserunt sortem (Ps. 21, 19) y su cumplimiento: dividentes vero vestimenta eius, miserunt sortes (Luc. 23, 34). Su traducción ‘e risorse al di sopra delle sue vestimenta’ difícilmente será exacta (sors sería el perfecto correspondiente de sorzer). Como humanitat y mort, sortz depende zeugmáticamente de sufrir del v. 33 (sobre sortz cf. Le Nouveau Test. p. 95 a-b = Marc. 15, 24: dpartiro la uestimta dlui metetz sortz sobs lui). El hecho de que en el v. 38 ya se hable de la resurrección (sors del vas, cf. hic, 28, 9-10) pone en entredicho la interpretación de Del Monte.
 
34-35. Nótese la frecuencia de la o en estos versos, y la oposición de sobre y desotz. La repetición de la sibilante en el v. 35 no es casual, cf. hic, 41, nota a 1.
 
38. Este verso glosa el tertia die resurrexit a mortuis que todos conocemos. El Donatz, 139 y 1926 registra vas como ‘tumulus’. Cf. Lo Seiner qui resors del vas, Marcabru, Pax in nomine Domini!, Dejenne,XXXV, 72; ·l sainz vas se pert, Appel, Prov. Chrest., 70, 51; e del vas / ressors, hic, 28, 9-10. Sors etz de hic, 41, 6, se ha de referir a la Ascensión, y no a la Resurrección.
 
40. Zenker propone qu’el quels d’ifern mespres ‘er die in der Hölle betrog’, corrigiendo pues pels de los manuscritos en quels; Levy, Suppl., 5, 257, comenta ese pasaje y la traducción, advirtiendo: «Aber quels = aquels zu nehmen, ist doch nicht erlaubt». Del Monte conjetura fels, leyendo: per que·l fels d’ifern mespres ‘per cui il fellone d’inferno fu deluso’, entendiendo pues mespres como part. perf. de mespenre, forma ésa, claro está, documentada con tal valor, siendo sin embargo extraño el cambio de sujeto y la elipsis de fon. La otra propuesta de ese crítico «Si potrebbe anche emendare petz d’ifern me resulta ininteligible, ya que difícilmente pensará en pet < peditum, como sinónimo de ‘hedor’, cf. hic, 21, 36, o en petz < pix. Dejando mal pres de C, la conjetura fels me parece más aceptable. Pec ‘sot, niais, stupide’ o ‘faute; dommage’ también podrían tomarse en consideración. Cf. en la Passion prov., 1712 ss. el diálogo entre Cristo después de su muerte y los diablos a la puerta del infierno.
 
44-46. Cf. Lucas 24, 50-55.  Pus ‘más (arriba)’ glosa el super caelum caeli del salmo 67, 34, lo que desvirtúa las dudas de Zenker sobre la genuinidad del texto y sobre el significado (‘und dann, als er den elften Tag von oben herabkam’ es su traducción, si bien pone punto y coma detrás de pus, cf. Del Monte ad locum).
 
47-49. Zenker comenta precipitadamente: «Den Dichter hat hier offenbar sein Gedächtnis getäuscht, indem er versehentlich die zweite Erscheinung Christi im Kreis der Jünger n a c h , statt v o r  der Himmelfahrt ansetzt und die Thomas gewordene Erscheinung fälschlich von jener unterscheidet...». Respecto a la observación de Lowinsky, op. cit., p. 216, nota 272, de que el poeta supone la segunda aparición de Cristo como sucedida en el día undécimo, mientras que en el evangelio de San Juan se habla del día octavo, objeta Zenker que se trata del día once a partir de la crucifixión: «und eben an diesem fand nach Io. 20, 26 die zweite Erscheinung statt, nämlich acht Tage nach der ersten, welche am Tage der Auferstehung selbst, also am dritten Tage erfolgte». Este cómputo no convence, ya que, en todo caso, debería decir diez días, aún incluyendo el viernes de Pasión y el día de la aparición, según el conocido uso de contar con que se explica el tertia die resurgit. El otro error de distinguir dos apariciones donde no hubo más que una también es poco admisible, y menos todavía el que el poeta haya admitido una aparición después de la Ascensión, contando sin embargo once días a partir de la muerte. ¿En qué día fue pues la Ascensión? No podemos admitir tantos errores en sucesos tan conocidos, debiendo referir los versos 47-49 a otro acontecimiento, no a la aparición de Cristo que narra S. Juan 20, 26.
Si partimos del último hecho narrado, el de la Ascensión, y contamos once días, incluyendo en la cuenta el jueves en que se celebra la subida a los cielos, llegamos al domingo de Pentecostés exactamente. Y a esta venida alude a mi juicio el trovador en estos versos, lo que confirma venc ... de sus (supervenientis, Act. 1, 8), soptans (ib. 2, 2) clars (ib. 2, 3: ignis). clus, –para el que no encuentro correspondencias en el relato bíblico y que recuerda el ianuis clausis de Io. 20, 26– podría referirse a la aparición simbolizada en las lenguas de fuego (Act. 2, 3). Maizo traduce domum (Act. 2, 2) como en el correspondiente pasaje de Le Nouveau Test., p. 205, b: maiso. En Las Leys d’Amors, ed. Anglade, 2, al final de la p. 65, encontramos esta poética elaboración de la llegada del Espíritu Santo: Pueys fier me de l’estoc / D’aquel benezeit foc / Del ver Sant Esperit / Del qual foron ferit / L’apostol e tocat / E forment abrazat.
Als sieus del v. 49, que Zenker traduce con ‘von den Seinigen’, dependiendo de vitz (vist) y Del Monte con ‘coi suoi’ se puede relacionar con venc del v. 47.
Tanto C cuanto R legan a continuación dos estrofas, de esquema métrico diferente, la primera de ellas sumamente mediocre, que ha sido objeto de diversos tanteos y remodelamientos y que, a mi modo de ver, es apócrifa. Me limito a reproducirla en este lugar: «Per aver melhor razo / ab bona entencio / lur laisset ses ocaiso / don quascus discipulus / fos fortz (fort R) e ferm (ferms R) sos estrus / si (exspunctum R) cum dieus es dous e bo (apres lasencio R) lur det benedictio». Zenker la edita añadiendo después de ocaizo el verso lo sant esperit sa jus, y reduciendo los dos últimos a uno: com dieu benedictio. También Lowinsky había introducido en el cuarto verso igualmente al Espíritu Santo, conjetura superflua, ya que, como se ha intentado demostrar, los versos 47-49 ya se refieren a Pentecostés. Del Monte cambia el penúltimo verso de la estrofa, leyendo: com Dieus dessendenz say jus. El esquema métrico que proponen es   a   a   a   b   b   b   a.  En vez de aventurar esas modificaciones, creo preferible renunciar a esos versos anodinos, y pasar al verso 50, que marca un neto cambio de tenor. Tomamos en consideración este particular, proponiendo dividir el texto siguiente hasta el final en tres tornadas, a diferencia de los editores que lo editan como una estrofa (con el esquema   a   a   a   b   b   b   a) y una tornada.
 
50ss. Comienza una especie de credo del trovador, de cuño personal, en el que menciona algunos misterios de la fe. Llama la atención el que en esta estrofa se reduzca a dos el número de rimas, eliminando b, que se iguala con a, modificando por tanto el esquema métrico. No deja de ser un procedimiento extraño. En vista de ello, cabe preguntarse si no sería posible y conveniente y acertado ver a partir de Aquelh crey ieu per cuy so  tres tornadas; la primera de tres versos, con la rima del verso final de la estrofa precedente, en -o; la segunda y la tercera, de cuatro versos cada una, con las rimas b en -us, y c en -o, igualmente de la estrofa que precede. Me decido por esta solución, aunque no concuerde en todos los puntos con las normas que dan Las Leys d’Amors para la tornadas (Appel, Prov. Chrest., 124,12 ss; cf. la edición de Anglade, 2, 176). En la p. 2, 134 de esa edición tenemos un ejemplo en el que la tornada no se guía por la última sino por la penúltimarima.
Puede compararse la tornada de hic, 41, del mismo trovador, también algo “heterodoxa”, de cuatro versos terminados en  -ens.
El Breviari d’amor se explica la diferencia semántica que hay entre creyre Dieu, creyre a Dieu y creyre en Dieu (20268 ss., 21000 ss.).
 
54-55. Nótese el hipérbaton selh ... Ihesus. Se refieren estos versos a Io. 19, 25-27, Mulier, ecce filius tuus y Ecce mater tua. En vez del verbo conselhar ‘aconsejar’ casi se esperaría consolar, pero la lectura de los dos ms. es clara. Sobre consselh se explayan Las Leys d’amors en más de 50 páginas (1, 142-197). En el Breviari d’Amor, 12705-12706 se expresa ese pasaje del evangelista con propiedad: E quant el en la crotz estan / La comandet a S. Johan.
 
59. La lectura equivocada de Zenker: que es sus la corrige Del Monte de acuerdo con los mss. en que m’escus ‘che mi perdoni’.
 
60. Me parece preferible la interpretación de Del Monte ‘il mio corpo e la mia anima’ (léase cors en su edición, con C) a la de Zenker ‘mein Herz und meine Seele’ (según R), cf. el conocido sintagma corpus et anima, hic, 48, nota 23, o l’arme·l corps (Las Leys d’Amors, 2, p. 52).

 

 

 

 

 

 

 

 

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